A mi vieja, por decirme “todo va a estar bien”
Oscar Durán.- (Asunción, Paraguay)
Jesús es mi mejor amigo y su madre Niurka lo va a abandonar. Ella no friega platos como la mayoría de los extranjeros en Asunción, pero se cansó de la vida que lleva. Jesús está más cansado que su madre, sin embargo, no puede virar a Cuba. Debe ocho mil dólares y los va pagando de buchito en buchito; si vuelve a la isla sin completar el pago, lo matan.
Una de las cosas que colmaron la paciencia de Niurka es ver a su hijo trabajar doce horas diarias y aparecer en el departamento a las diez de la noche. Las madres no están preparadas para ver sufrir a un hijo, como tampoco un hijo está preparado para ver sufrir a una madre.
Posiblemente, Jesús sea otra persona cuando Niurka se vaya, pero Niurka ha sido otra persona varias veces. Un día se quedaron sin dinero en pleno invierno paraguayo y se acostó con tres viejos millonarios para pagar los gastos. Tiempo después, trabajó en un “Café con Piernas” donde los clientes le podían tocar las nalgas por cuatro dólares. Tres para el jefe y uno para ella.
Niurka es una mujer fuerte. Crió a su hijo a ´cojones´. Sola. Sin ayuda de nadie. Cuando llegó el Período Especial, ella mandaba a Jesús a jugar pelota y recogía dinero de la bolita, vendía carne de res y hasta se metió en el negocio de la droga.
“Por mi hijo hago de todo, menos prostituirme”, siempre decía bien convencida. Sin embargo, Paraguay destrozó ese orgullo. A sus 49 años, tuvo que perder la virginidad hasta de los oídos, pero su hijo, ni ella, iban a dormir en la calle. De todo eso, Niurka se cansó y terminó agotada mentalmente.
Cuando uno vive en el extranjero, la única familia son los amigos. Yo todos los sábados voy al departamento donde viven Jesús y Niurka. Llevo unas cervezas, dos paquetes de aceitunas y así liberamos la carga de la semana. Ahora que Niurka se va, es como si partiera alguien de mi familia.
Hay varias preguntas en todo esto. ¿Salir de tu país y regresar es una derrota? ¿Irse a vivir en el extranjero a pasar trabajo es un símbolo del fracaso? ¿Por qué virar a Cuba -aunque sea tu país- con lo malo que está? Hay razones de peso y debemos entender a la madre de Jesús, mi mejor amigo.
Ahora mismo Jesús y yo estamos en el aeropuerto despidiéndonos de Niurka. Están pesando las maletas y debemos abrirlas porque sobran dos kilogramos en cada una. Sacamos tres pares de zapatos, cuatro pantalones de hombres y resuelto el problema. No vale la pena enfadarse con Copa Airlines, ya Niurka tendrá tiempo para vivir molesta desde que se levanta hasta que se acuesta. Va para Cuba, un país hundido en la miseria más grande de toda su historia. Ella lo sabe, aún así, se aferra a volver y dejar a su hijo. Algo aquí no cuadra.
Llegó el momento duro. Madre e hijo se dieron un abrazo y empezaron a llorar. Hay un tiktok por ahí con esa escena. Niurka le dice a Jesús en el oído: “mi vida es a tu lado, espérame, ´repinga´, porque yo vuelvo. No te metas en nada malo, trabaja siempre por lo legal y sé un hombre de bien”.
Nunca vi a Jesús tan mal como ese día. Antes de entrar al avión, Niurka se acerca y me dice, así, fulminante: “cuida a mi hijo, Oscarito”. Se pone la mano derecha en los labios y tira un beso.
Al mes y medio de Niurka volver a Cuba, estoy en el trabajo almorzando y suena el teléfono. El contacto dice Abuela de Jesús. Lo cojo. Me contesta una voz que no logro identificar: “Niurka acaba de fallecer de cáncer en el interior”. Y cuelgan. Salgo corriendo a ver a Jesús, pensando en una broma y que su mamá estará a su lado; pero no, el llanto de Jesús lo dice todo.
Ahora entiendo todo, Niurka Tamayo. Una mujer con tus ovarios nunca iba a abandonar a su hijo así como lo hiciste. Jesús seguirá siendo un hombre de bien, como le imploraste al oído antes de irte. Pero si falla, sale derrotado, todo le va mal; va a volver allí, donde no hay nadie: ni hermano, ni abuela, ni tíos, ni amigos. Va a volver a ti, Niurka. A su madre. Su vieja. Y tú lo ayudarás, lo guiarás de nuevo.
Entonces, Jesús se dará cuenta que sigue en deuda contigo. Aunque estés lejos. Demasiado lejos.