Por Jorge Sotero
La Habana.- Arnaldo Rodríguez, el del Talismán, decidió alinearse al lado del castrismo y cada día ratifica su posición, aunque sus palabras le hagan ganarse cada vez más el desprecio de la mayoría de la población, que lo tiene a la par de Israel Rojas, el líder de Buena fe.
Ambos recibieron la condición de vanguardias nacionales, un diploma que usa la Central de Trabajadores de Cuba desde hace más de medio siglo para adormecer a los cubanos, según una nota que publica la edición digital del semanario Trabajadores.
Al autor de El Almendrón, una canción que hace más de un lustro corearon los cubanos, no le da pudor la situación en la que viven sus compatriotas, porque solo le preocupa que su situación personal mejore cada vez: buena mansión, negocios, carros de lujos, prerrogativas, empresas.
El diputado a la Asamblea Nacional, otro de sus grandes logros en «materia política», salió hace unas horas a criticar a los que protestaron en Caimanera contra las injusticias del gobierno y pidieron libertad. Como no podía ser de otra forma, se hizo eco del discurso castrista de que los manifestantes fueron apenas unos borrachos, aunque tal vez no tres, como dijeron al principio, porque hay cinco presos y la cifra va a crecer.
«La próxima vez que se emborrachen, crucen la bahía y digan a los Yanquis que devuelvan el territorio cubano que ocupan ilegalmente», dice un post en Facebook del flamante diputado, que no ha tenido escrúpulo alguno al apoyar a Díaz Canel y al castrismo en los últimos años, pasando de largo sobre los problemas de una población que vive al margen de la indigencia.
No le preocupa al líder del Talismán que un anciano tenga una jubilación de mil 552 pesos al mes, una cifra con la que no puedes adquirir ni un cartón de huevos, porque este anda por los dos mil pesos. Tampoco que los hospitales se caigan a pedazos, que no haya alimentos, leche, carnes, medicinas, pupitres en las escuelas, libros, ni transporte… a él solo le interesa su carrera política, la cual, cree, lo ayudará a convertirse en un gran empresario.
Aunque las prerrogativas que le ha dado el sistema le han permitido asegurar su futuro, cada vez tendrá menos respaldo del público, que no le perdonará su alineamiento al lado de los represores, y al final lo terminará pagando, como lo paga Israel Rojas, a quien se le han cerrado escenarios en algunos lugares a los que iba habitualmente a rellenar sus arcas.
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Lo de Arnaldo Rodríguez no es una excepción. En la historia de Cuba, y la del mundo, siempre hubo personajes que se plegaron a las dictaduras, que pusieron su arte al servicio de los regímenes, y le dieron la espalda a los pueblos. Este es uno más, solo uno, y, como otros, también se arrepentirá, aunque a mí me parece que para entonces será demasiado tarde.
