Por Fernando Clavero
La Habana.- El Real Madrid acaba de ganar la Copa del Rey. Decenas de cubanos recorrieron diversas calles de la capital cubana con banderas del equipo español, como ocurre cada vez que gana algún trofeo importante. Y como sucede también cuando lo hace el Barcelona, el otro club con más seguidores en la isla.
Yo no podría decir cuál de los dos gusta más, ni las razones, pero lo cierto es que las victorias blancas escuecen a un grupo numeroso de fanáticos, que viven los colores azul y grana como si hubieran nacido en Cataluña y sufrido por decenios la hegemonía blanca.
Hay dos posiciones encontradas entre los fanáticos del fútbol en Cuba: la de los seguidores del Real Madrid, apasionada, pero tranquila, fervorosa, pero sin rencores. Y la de los fans del Barcelona: sufridos, llenos de odio, rencorosos, dolidos siempre, incapaces de aceptar que el otro fue mejor en algún momento.
Los dos grupos tienen sus abanderados. Desde los propios medios de prensa sobresalen los seguidores de uno u otro equipo. Se lanzan puyas, se burlan, se odian, creo, sin que sea malo, pero a veces no se dan cuenta de que solo es deporte y de que no hay nada más allá.
En el bando del Madrid, aunque dice ser seguidor del Valencia, sobresale Reinier González, quien se ganó la enemistad de los fans azulgranas por emprenderla alguna vez contra Lionel Messi, el ídolo mayor de la historia de un club por el que pasaron otros grandes, entre ellos Ronaldo y Maradona.
Ninguno de los fans culés llega a donde está Michel Contreras, el más acérrimo de todos, el odiador infinito de todo lo que tenga que ver con el color blanco, el apasionado defensor de la catalanidad, el cubano que ha sobrepasado los límites impuestos por Jota Jordi y Cristóbal Soria, dos energúmenos que vomitan odio contra el Real Madrid desde la televisora Mega y su programa estrella, El Chiringuito.
Hoy, un grupo numeroso de habaneros salió a la calle. Otros solo llevaron una camiseta del Madrid o hicieron ondear una bandera del equipo de Concha Espina. Lo disfrutaron y punto. Y si el Barcelona se corona campeón de Liga, que es más importante, la próxima semana, no pasará nada. Nadie irá a decir que fulano es mejor que mengano, porque es fútbol, y desde territorio blanco se ve diferente.
Eso sí, el Real Madrid tiene por delante otro torneo: juega el martes la ida de las semifinales de Champions ante el Manchester City. El mundo culé quiere que su profeta y entrenador del equipo inglés, Pep Guardiola, aplaste a los de Ancelotti. Pero también lo adelantaron cuando a los blancos les tocó el Liverpool en octavos o el Chelsea en cuartos.
Juergen Klopp se los va a comer, decían. Y el Madrid fue un rodillo sobre los de Anfield. El Chelsea se desquitará de la eliminatoria de 2022, insistían, y los de Ancelotti los aplastaron. Y ahora llega el City, y si gana el Real Madrid, habrá dado un paso importante camino a su décimoquinta Copa de Europa. Si pierde, habrá fiesta en todo el entorno culé, incapaz de reconocer que puede haber alguien grande, aunque no vista de azulgrana.
Por cierto, el Vinicius al que esos odian, le hizo la gracia al Osasuna y le abrió un túnel por la banda izquierda hasta la raya de fondo, por donde llegaron los dos goles del Real Madrid. Para los Contreras y compañía, ya sé, todo lo hizo Rodrigo. Hala Madrid.