Por Anette Espinosa
La Habana.- Hace un año que el hotel Saratoga explotó, causando la muerte al instante, o días después, a 47 personas, mientras 99 resultaban heridas. Todavía no se conoce de investigación alguna y mucho menos de sanciones a los responsables, porque los hubo, solo que el gobierno prefiere la palabra accidente.
Menos de una hora después de la explosión, ocurrida en la parte baja de la instalación hotelera, y sin saber mucho más, el impuesto presidente, que había llegado a los alrededores, dijo que había sido un accidente y ahí quedó todo. Esas palabras bastaron para cerrar el expediente investigativo que nunca se abrió, al menos que yo sepa.
Con las palabras del presidente lavaron las autoridades la sangre de los muertos y el dolor de los familiares, sin que se investigara por qué no se cumplieron las medidas de seguridad establecidas para estos casos, y sin averiguar quién o quiénes fueron los responsables de un hecho que dejó, además, daños materiales considerables en la propia instalación y en los edificios vecinos.
La falta de una pesquisa oficial, encausada por peritos, era de esperar, porque el castrismo no acostumbra a meterse en estas cosas, que, al final, solo pueden dejarlo cada vez más en evidencia, como sucedió antes con el accidente aéreo que se cobró la vida de más de 100 personas, también en mayo, pero de 2018.
Entonces dieron su versión: error humano. Y punto. Pero no fueron al origen, al avión contratado contra todo lo recomendado, porque se trataba de una aeronave vieja, que tenía prohibido volar a ciertos países, incluido Haití. Se conformaron con el ‘error humano’ y eludieron seguir revolviendo las heces, porque esas acciones podían salpicar a alguno de los allegados a la cúpula castrocomunista.
Lo mismo pasó con el incendio en la terminal de supertanqueros de Matanzas, generado accidentalmente -de eso no hay dudas- por un rayo que cayó sobre una de las cúpulas de los almacenes de combustible.
El rayo y el inicio del incendio fueron accidentales, de eso nadie tiene dudas, pero lo que siguió después no puede ser convoyado, porque hubo errores garrafales de operación, violación flagrante de las medidas de seguridad, y esa dejadez y los errores paralelos costaron la vida de muchas personas, la mayoría jóvenes del Servicio Militar Obligatorio.
¿Por qué los sistemas de enfriamiento de los tanques no funcionaron? ¿Por qué los responsables de mantener las bombas que halaban agua desde la bahía de Matanzas no sabían que no tenían combustible y que no iban a funcionar? ¿Por qué los bomberos inexpertos fueron lanzados a una muerte segura? ¿Por qué estaban situados en un lugar donde corrían peligro, como si la vida de ellos no importara? ¿Qué pasó con el jefe -o los jefes- que los condenaron a muerte mandándolos a una acción casi suicida sin que ellos lo supieran?
¿Por qué el castrismo y sus órganos judiciales no investigaron a fondo todo lo relacionado con la muerte de los bomberos y de otras personas que fueron casi obligadas a suicidarse? No quisieron hacerlo, como tampoco lo hicieron con la explosión del Saratoga.
Sin embargo, ambas se investigarán en su día, y los responsables serán llevados a los tribunales, si para entonces están vivos y no han sido juzgados por otras causas, de las cuales también son culpables.
Por ahora, hay que entender que vivimos en Cuba, donde todos los poderes y la prensa, están sometidos a las políticas que traza el Partido Comunista, que es el aparato que lleva a la población los lineamientos de los Castro.
