Por Jorge Sotero
La Habana.- Todo el que tiene el apellido Castro o está vinculado de alguna manera con la plaga que invadió Cuba desde Birán, se cree con el derecho de opinar y de decidir, porque es lo que han visto desde que abrieron los ojos al mundo. Y Mariela Castro, la mediática Mariela, no puede ser jamás la excepción.
A la hija de Raúl Castro le gusta eso de aparecer en los medios, de hacer consideraciones y valoraciones políticas, de defender la herencia de su padre y de su tío, que tanto daño le hicieron -y le hacen- a Cuba, al extremo de convertirla en la Cenicienta del Caribe, luego de ser la Perla de las Antillas.
Mariela Castro hace todo lo contrario a lo que predicó siempre la familia Castro. Para empezar, primero se casó con un chileno, cuando hacerlo era un pecado en el país. Mientras el resto de la población no podía hablar con un extranjero, porque era considerado como diversionismo ideológico y hasta podían enviar a los implicados a la cárcel, ella enamoraba con un extranjero, de Chile.
Luego, tras separarse de este, se buscó a un italiano con fortuna, Paolo Titolo, cuyas cuentas crecieron aceleradamente después de iniciar su relación con la hija del exgobernante cubano. Titolo y la presidenta del Cenesex suelen darse la buena vida por el país natal de su esposo, por las playas del Mediterráneo, gastando el dinero que los Castro le esquilman a los cubanos.
Pues esta señora, que llegó a dirigir el Cenesex y a diputada a la Asamblea Nacional por obra y gracia de ser hija de Vilma Espín y Raúl Castro, se cree con el derecho de opinar y juzgar. Para ella, los cubanos forman parte de esa manada que los Castro pastorearon siempre y sobre la cual tienen derechos.
En unas recientes declaraciones a la agencia española EFE, Mariela se refirió al caso de la mujer trans Brenda Díaz, presa en una cárcel para hombres y dijo que «está bien ahí», y luego advirtió que la joven solo es una «figura mediática que han inventado contra Cuba».
Incluso, mintió cuando dijo que la madre de Brenda estaba feliz y contenta de que su hija siguiera en aquella prisión, en un posicionamiento típico de todos los Castro, que nunca han tenido escrúpulos a la hora de mentir, lo mismo a los medios extranjeros, a los del país, como al pueblo.
Sin embargo, dijo que «da pena que se siga reproduciendo la misma mentira para atacar a Cuba con esa historia», la de Brenda, quien arrastra una larga condena por haber lanzado piedras durante las manifestaciones del 11 de julio de 2021, además de que espera otra sanción por desacato, una figura que en en Cuba se la endilgan a cualquiera, hasta por mirar atravesado a un policía o por decirle dos verdades en la cara a alguien vestido de civil, que no sabes quién es y que pertenece a las ‘camisas pardas’ del régimen.
La madre de Brenda, Ana Mary García, sin embargo, salió en defensa de su hija y dijo que Mariela Castro era una mentirosa. Una línea en Twitter deja mal parada a una de las herederas de Raúl Castro: «Aquí está una declaración que hizo MARIELA CASTRO, desacreditando a mi HIJA BRENDA Y A MÍ, contando tantas mentiras… Por favor, compartan. Todo el mundo sabe los abusos que ha sufrido mi hija”.
URGENTE📣📣📣Aqui esta una declaración que hizo MARIELA CASTRO desacreditando a mi HIJA BRENDA Y A MI contando tantas mentiras… por favor compartan Todo el mundo sabe los abusos que ha sufrido mi hija @_Waslala21 @Adrin73153630 @albertfonse11j @Apexlegend01 @BettyGuerraPer1 pic.twitter.com/dAa9E5Wxde
— Brenda ana mary (@CespedesSe65655) May 4, 2023
El caso de Brenda llamó la atención de la comunidad internacional y varios gobiernos se pronunciaron a favor de su liberación, pero desde La Habana hacen oídos sordos a esos pedidos, lo mismo que sucede con otros condenados por los sucesos del 11J, por el cual fueron apresados miles de jóvenes sin que se les pudiera probar nada más allá de participar en las marchas.
La mayoría, sin hechos violentos demostrados, arrastran largas condenas, impuestas en juicios amañados, controlados por el Partido Comunista y la Seguridad del Estado.
Mariela Castro jamás se puso del lado de los sancionados, ni lo hará. Nunca pedirá por ellos, ni se le escuchará una palabra a favor del pueblo. Incluso no pedirá perdón jamás por las barbaridades cometidas por su tío Fidel Castro y su padre contra los homosexuales con aquello de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, las UMAP, que sirvieron para someter a castigos y a trabajos forzados a todo el que oliera a homosexual o intelectual en Cuba.
Ella, a pesar de presidir después el Cenesex, solo se ha limitado a decir que cada momento exige una posición diferente, como si los Castro hubieran actuado bien, solo porque se trataba de los años 60, y en ese entonces estaba permitido perseguir a los homosexuales o al que lo pareciera.
Mariela Castro es una inmoral más, oportunista por donde quiera que la mires, y debería terminar su vida en prisión y no en las fincas y mansiones que tiene Paolo Titolo en Italia. Tanto ella como su esposo lo tienen todo preparado para, al día siguiente de la muerte del padre, de la ceremonia de incineración en II Frente, largarse con sus hijos a Europa, a vivir la vida. Mientras, siguen aprovechando el filón que les da el apellido y aumentando su ya cuantiosa fortuna.