Cada vez más noticias alarmantes sobre Cuba

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Por Anette Espinosa
La Habana.- La situación en Cuba cada vez está peor. Los que vivimos acá lo sabemos, aunque a veces nos extrañamos porque en algún otro lugar de la isla ocurren cosas que los medios callan y solo nos llegan por las redes sociales, o por algún periódico independiente. Cuando las lees, se te vuelven a poner los pelos de punta y solo atinas a preguntarte cómo hemos llegado hasta acá.
Los apuñalamientos, por ejemplo, están a la orden del día. Lo mismo se caen a cuchilladas dos jóvenes en La Habana en una bronca, que la emprenden contra una persona en Holguín para robarle un teléfono, o machetean a otro. Y no son situaciones aisladas, sino diarias. Ocurre tanto en las ciudades como en los campos. Incluso los campesinos de zonas tan tranquilas como Villa Clara o Cienfuegos están asustados, porque las bandas que roban y sacrifican ganado se han multiplicado.

Mientras, los alimentos están cada vez más escasos. El gobierno, que se vanaglorió hace unos días de que podía entregar la mitad de lo que ellos llaman «canasta básica», y que de básica no tiene nada, apenas puede ofertar algo en su sistema de tiendas a precios exorbitantes, y lo normado es cada vez menos, al extremo de que solo recibirán pollo los niños de hasta 13 años.
El yogurt de soya, el único que se puede comprar, y no en todos los lugares, viene con cosas raras dentro, fruto de la mala manipulación y la pésima higiene. El arroz da asco, el picadillo no se lo comen ni los gatos, y por ahí hay muestras de panes que parecen extraídos de una excavación y no de una panadería.
La carne de cerdo, que por años se compraba a 25 pesos, ahora anda por 400 y cuando la encuentras, porque está tan escasa como el combustible, para el cual han creado mecanismos diabólicos de compra, como grupos de Whatsapp, aplicaciones, listados, todo porque no hay, porque el gobierno es incapaz de asegurar algo tan importante para la vida de un país.
No solo no hay para los autos. Tampoco para la cocción de los escasos alimentos disponibles. Y mucho menos para la agricultura, con reclamos de los productores porque sus sembradíos se mueren por la falta de agua, sin que tengan con qué regarlos.
Por no haber, no hay arroz, ni pastas. De un año a otro, la venta ya limitada de estos productos, se redujo un 41 por ciento, lo cual habla claramente de que la situación ha empeorado de manera drástica. Y el arroz, por ejemplo, ha superado los 200 pesos la libra, una décima parte de una jubilación normal.

Llueven las noticias de estafas, los accidentes de tránsito en el segundo país del mundo con menos vehículos per cápita, luego de Corea del Norte, se han convertido en el pan nuestro de cada día, y continúan las palizas policiales contra inocentes, la mayoría jóvenes que expresan su malestar de alguna manera.
Las colas para obtener un pasaporte se han convertido en habituales, aunque no haya ni los sellos necesarios para adquirir el documento, lo cual ha hecho que su precio se dispare hasta límites insospechados, porque de Cuba la inmensa mayoría se quiere ir.
A este ritmo, los cubanos se matarán unos a otros para intentar sobrevivir, mientras el gobierno sigue en su monotonía habitual, en sus reuniones de siempre, como si los problemas del país los fueran a resolver esos de guayabera que llegan a cualquier parte a sermonear y luego regresan a sus confortables despachos y a sus mansiones climatizadas en la capital.
La situación es insostenible en Cuba, y el castrismo ha sobrevivido porque ha logrado aliviar la presión de la isla-caldera muy habilidosamente. Cuando todo ha empeorado, siempre ha encontrado un aliado que permita la salida de cubanos, que reciba a los líderes de un posible movimiento, o se ha encontrado abiertas las fronteras de Estados Unidos para enviar hacia allí a cientos de miles de personas.

Pero habrá un estallido, más temprano que tarde. No importa que un mes sí y otro también lleguen a la isla enviados de Moscú, que el gobierno prometa mejoras, que llame a resistir, que sus camisas pardas intenten amedrentar a los jóvenes, o a los que protestan, aunque sea por las redes sociales.
Una explosión social en Cuba creará un caos muy cerca de Estados Unidos. Tal vez por eso desde Washington no le acaban de dar el empujón que necesita la isla para que los Castro se vayan, o sean juzgados. Todos temen a lo que pueda pasar, incluso hasta los propios cubanos que vivimos acá tenemos incertidumbre sobre el futuro, aunque la mayoría está convencida de que nunca vamos a estar peor que ahora.

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