Por Jorge Sotero
La Habana.- La Habana será sede este martes de una reunión entre Maxin Oreshkin, asesor del presidente ruso para temas de Economía, y el ministro de Comercio Exterior de Cuba, Ricardo Cabrisas, para analizar temas de la colaboración entre ambos gobiernos.
Oreshkin llegó a la isla como parte de la comitiva del presidente de la Duma Estatal, Cámara Baja, Viacheslav Volodin, quien también sostuvo contactos con la dirigencia cubana, y fue recibido por el presidente impuesto, Miguel Díaz Canel.
Ahora, según una nota de Prensa Latina que no aporta mucho, Oreshkin, quien fue hasta 2020 ministro de Desarrollo Económico, se reunirá con Cabrisas, cuyo nombramiento como titular de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, generó cuestionamientos, sobre todo porque se trata de un hombre de 86 años.
Sin embargo, Cabrisas, quien estudió en la desaparecida Unión Soviética y que es un hombre de plena confianza de Raúl Castro -quien verdaderamente gobierna en Cuba- tiene fama como buen negociador, y eso es lo que necesita el castrismo para lidiar con Moscú, que no quiere aflojar la mano en cuanto a créditos o préstamos.
Eso sí, algo se cuece entre los dos países, porque en los primeros cuatro meses del año arribaron a Cuba varias personalidades importantes de la política rusa, aunque ninguno de ellos hizo referencias a casos concretos, a negociaciones terminadas, y solo el canciller, Serguéi Lavrov, comentó antes de marcharse que su país estudia vías para suministrar combustibles a Cuba, y que se trabaja en un crédito para exportar trigo a La Habana.
Ni Nikolai Patrushev, el secretario del Consejo de Seguridad, ni Igor Sechin, director ejecutivo de Rosneft, la principal petrolera rusa, y ambos muy cercano a Vladímir Putin, hicieron alusión alguna a intercambios comerciales o acuerdos para ayudar a la isla a salir de la peor crisis económica de su historia.
Eso sí, los constantes viajes de Moscú a La Habana algo persiguen, porque en años anteriores ningún representante del séquito de Putin arribó a Cuba a nada. Y ahora se suceden las reuniones, los encuentros en Moscú y también en la isla caribeña, aunque analistas consultados por El Vigía de Cuba y que prefieren permanecer en el anonimato, coinciden en que los rusos no quieren donar nada ni prestar cantidades que no crean posibles de cobrar en el futuro.
Esa última razón puede ser el objetivo de los continuos viajes de dirigentes rusos a Cuba: observar con sus propios ojos las posibilidades que tiene el gobierno de Díaz Canel de pagar cualquier préstamo que le haga Moscú.
Sin embargo, si esa es la condicionante, el castrismos se puede olvidar de esos préstamos, porque los rusos saben que Cuba vive la peor crisis de su historia y que es muy poco probable que pueda salir de ella, al menos bajo la égida de los actuales dirigentes, o aferrados a las políticas que llevaron a la isla a una debacle económica monumental.