Ana Hurtado no tiene vergüenza

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Por Anette Espinosa

La Habana.- La periodista española Ana Hurtado perdió la vergüenza o nació sin ella, porque sigue su campaña a favor del régimen de La Habana, donde se encuentra con la intención de darle visibilidad y voz al castrismo y a los gobernantes de turno.

Ahora se jacta de que al fin podrá participar en las celebraciones del primero de mayo, una fecha que en el mundo está destinada a los trabajadores, y lo dice como si los de Cuba tuvieran todos sus problemas resueltos, como si la isla caribeña fuera el paraíso terrenal para los que trabajan.

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“Para mí, estar aquí un primero de mayo es una oportunidad como internacionalista y proletaria, fundamental para participar en esta fiesta del pueblo, porque en nuestros países el primero de mayo es más una fecha de reivindicación para pedir por nuestros derechos, y me doy cuenta de que en Cuba es una celebración, es una alegría”, dice Hurtado, una de las personas más despreciables que he escuchado.

Hurtado olvida que los cubanos se van en masa, o se mueren sin medicamentos, sin comida, sin hogares, sin transporte, con unos salarios que apenas alcanzan para comprar lo que debes consumir en una semana.

Olvida también que a la mayoría los obligan a trabajar más de 40 horas semanales, porque en el país de los Castro, las horas laborales no se contabilizan semanalmente, sino mensual y para recibir el salario tienes que trabajar una hora más cada día, o media jornada los sábados.

La españolita, que vive en Cuba a cuerpo de rey, alimentada y transportada por la dictadura, no sabe lo que comen los cubanos de a pie, que son la inmensa mayoría, y no tiene ideas de lo que significa vivir tres o cuatro generaciones bajo un mismo techo, no tener combustible para cocinar, sufrir apagones constantes de hasta ocho horas, aguantar los mosquitos y el calor.

No sabe lo que es no tener leche para el desayuno de sus hijos, ni un pan o una confitura para mandarle de merienda a la escuela. No tiene ideas de lo que se sufre cuando los zapatos se te rompen y tienes que pagar más de lo que ganas en un mes para comprar un par.

Ella solo conoce la vida de lujos que le da la dictadura cuando llega a Cuba, para que ponga cosas en las redes sociales. Conoce Varadero, Cayo Largo, la cayería norte, las discotecas de los Castro, las cenas rociadas con vinos exquisitos… por eso habla así.

Ana participó el sábado 29 de abril en un acto con los trabajadores del hotel Habana Libre y se dio cuenta dice “del espíritu del pueblo. Y estoy muy contenta de poder participar, de haber sido invitada. Y estoy muy emocionada, y ojalá sea el primer primero de mayo de muchos primeros de mayo”.

Y yo me preguntó por qué no fue a pasarla con los que trabajan en una escuela, con los maestros que se enfrentan a las aulas sin materiales, sin luz, con niños con las barrigas vacías y caritas de sueño, o con los que trabajan en los hospitales en Jaguey Grande o Santa Clara.

Ahí debió ir y después acompañarlos a sus casas, y cenar con ellos, ver cómo viven, los trabajos que pasan, pero no con los del turismo, que en una buena parte son unos doble moral, porque son los primeros en apoyar a la tiranía para poder seguir robando. Yo no olvido que cuando los sucesos en Nuevitas, Camagüey, los que venían a dar golpes los traían del polo turístico.

Yo nunca me he encontrado a Ana Hurtado en La Habana y es posible que nunca lo haga, porque debe moverse en autos puestos por Díaz Canel y compañía, pero cuando me la encuentre le escupiré la cara, y le recordaré cosas, de mujer a mujer. No se puede ser tan bajo, ni burlarse con tanta impunidad del sufrimiento de un pueblo.

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