El Hombre de la Limonada vuelve a prometer prosperidad

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Por Anette Espinosa

La Habana.- El impuesto presidente cubano vuelve a recorrer centros de interés económico y social de esta capital, de nuevo se hace las fotos esas sin sentido, caminando por lugares aparentemente bonitos, y para colmo promete una vez más que “vamos a salir adelante”, en otro pedido a la población a que aguante aún más.

La nota de prensa, publicada por Granma y firmada por Yaíma Puig Meneses, una de las periodistas del mandatario, por aquello de que nadie escriba nada sobre el Hombre de la Limonada para evitar que se escapen esas tonterías habituales que lo convierten en meme un día sí y otro también, es demasiado extensa y aburrida, sobre todo porque no dice nada nuevo.

En las fotos, aparece el recién ‘reelecto’ mandatario saludando a un público selecto, que lo recibe con aparente alegría, incluso que le da la mano, en tanto él ríe. Y en otras, repetidas, el mandatario camina por cualquiera sabe qué lugares, en compañía de otros dirigentes, tan rollizos como él, como el secretario del Partido en la capital, Luis Antonio Torres Iribar.

El hombre que, supuestamente, rige los destinos de Cuba visitó Guanabacoa y allí, de ‘manera espontánea’, se reunieron cubanos para saludarlo, y allí dijo también que “estamos atravesando momentos difíciles, pero vamos a salir adelante”. O mejor, porque también lo dijo él: este pueblo “resiste y sigue guapeando”.

Como es habitual en sus declaraciones, insistió “en las acciones de control popular que corresponde realizar a la población en cada lugar”, algo así, según la nota de Granma, como evitar que en alguna obra la gente robe, o se manifieste en contra del gobierno, que sería como dejarlos tranquilos a él y a su séquito, para que los cinco años que le quedan al frente del país sean más tranquilos que los anteriores, que los pasó sobre un polvorín a punto de estallar.

También visitó la empresa Aguas de La Habana, en el municipio del Cerro, se hizo fotos al borde de las piscinas a donde llega el líquido, saludó a algunos, y habló de autos eléctricos, de superación de los trabajadores, o al menos escuchó hablar sobre el tema y se refirió a lo importante que sería para la empresa avanzar a la transformación digital. Eso sí, nada de la escasez de agua, crónica en algunos lugares de la capital por años.

El presidente cubano vive en un mundo paralelo. En el lugar donde vive hay de todo lo necesario para una existencia placentera, y allí regresa cada tarde a disfrutarlo. Mientras, en las horas laborales, juega a hacerse el dirigente, se rodea del habitual grupo de chicharrones, escoltas y periodistas afines, incapaces de llevarle la contraria en algo.

No hay una línea en todo el despacho de prensa en la que se haga referencia a inversiones acá o allá, a garantizar mejores condiciones de vida para la población, a facilitar de verdad la existencia de los habaneros, que viven en condiciones paupérrimas, agobiados por los basureros, la escasez de agua, sin transporte, sin alimentos, y no solo los imprescindibles, y con los precios de todos los productos disparados.

Nada de esto le importa al presidente cubano. Él sale a La Habana a recorrer algunos lugares, tal vez lo que mejor funcionan, a hablar las mismas tonterías de siempre, a sembrar un poco de esperanzas y, sobre todo, a hacerse fotos en las que los dos o tres más cercanos aparezcan sonrientes, lo mismo que él.

Así va Cuba, como si fuera una obra de teatro en la cual la actuación de los que dirigen sigue sin convencer a nadie, pero luego reciben el espaldarazo de los medios, que funcionan como la crítica, pero de eso no tienen nada.

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