(Tomado del muro de Facebook de Jorge Fernándes Era)
La Habana.- La historia con la Seguridad del Estado quizás llega hoy al final que espera… la Seguridad del Estado. Ayer me entregaron un tercer modelo, muy chulo, solo que no da crédito a mi labor de editor. Por suerte uno tiene amigos que le aconsejan que una cita de la PNR es como la del gallardo mambí con la patria, y hacia allá parto, debo estar a las diez.
La Unidad de Aguilera ya me es familiar. Me recibirán —uno tiene cada presentimientos…— no para insistir en que pague la multa; ni para decirme que me juzgará el Tribunal de Diez de Octubre, pues mi alcurnia, con tantos cargos a mi cuenta, merece un Tribunal Provincial; ni para indicarme que la medida cautelar se amplió a prohibición de no salir de la atmósfera.
La cosa viene, es de presumir, por el lado «flaco» que tocó cual llaga la directora del establecimiento penal Toledo 2 en la entrevista del miércoles 26: Jorge Fernández Era, en su crónica «Eduardito», osó citar una conversación suya con la abuela de su hijo. ¿Seré imbécil que no calculé que en materia jurídica «tu palabra contra la mía» es asunto pantanoso? Según yo, Denia, la directora, chantajeó a una señora de mi misma edad haciendo ver que si la estirpe logra callar al periodista, las cosas irán mucho mejor para Eduardo Luis.
Aquí entra Luisa, personaje que dejé —a petición de la familia y del propio Eduardito— fuera del casting en escritos anteriores. Es la jefa de Recursos Humanos del Centro Penitenciario de Menores del Guatao. Se ha hecho tan, pero tan amiga de los parientes, que intercambia visitas y llamadas telefónicas con la abuela de mi hijo cual si se conocieran desde muchachitas. Ustedes no imaginan mi miedo escénico en las dos ocasiones en que ni me dirigió la palabra al visitar a mi hijo junto a la madre de su madre. Me hubiera encantado comentarle lo mucho que avanza el Ministerio del Interior en materia de apertura y transparencia, pues —creía yo— exige a sus miembros reportar visitas o regalos de familiares del exterior, mas no cuestiona esta relación de pura camaradería. Lo de ella es un experimento por cambiar lo que debe ser cambiado.
El repudio mayor por «Eduardito», triste expresarlo, ha llegado de su familia. La abuela fue clara tras mi publicación: «Nada fue así como lo planteas, no voy a caer en el dime que te diré, pero das lugar a que yo diga que no es cierto». Mi hijo dio su consentimiento a lo que escribí sobre él, y hasta pegó en su muro un post donde se confiesa orgulloso de su padre. Por ello —debe ser que se lo merece— su abuela le colgó el teléfono en una llamada desde Toledo 2.
La madre de mi niño ha sido enfática desde Miami: «Mi mamá fue porque yo la mandé a que fuera. Eres falta de respeto y egoísta, un tremendo hijo de puta. Solo espero que por tu culpa y la de Eduardito no le pase nada a mi mamá». Le respondo: solo espero que por tu culpa y la de tu mamá no le pase nada a Eduardito.
El hijo de María de la Trinidad Era Herrera y Alonso Fernández López es más fuerte que los barrotes de la celda que le tocará en suerte en el pulseo por la dignidad de su hijo si sus captores se inventan las jugarretas de rigor. Haré lo mío como lo hice el miércoles 26 en un salón de reuniones del centro penitenciario. Fui advertido por Denia, su directora, de que mis imprecaciones eran una «absoluta mentira». La visita del DTI a la abuela de mi hijo el jueves 27 en la mañana fue para recordárselo, o para citarla como testigo al juicio que me harán por difamación. No es justo eso con el trabajo que me costó transcribir lo siguiente:
A DIOS GRACIAS
—Todo el mundo me habló muy bien de tu hijo.
—Hazme la historia por partes. ¿Quién te llamó?
—Luisa, la amiga mía que es amiga de Denia.
—La Luisa que yo conozco.
—Eduardito me llama un día. No quise decirle nada. «Cuando tú salgas converso contigo». Él se asustó. Le dije: «Tranquilo».
—Te vio hoy.
—Sí, mandaron a buscarlo y todo.
—¿Qué te dijo Luisa?
—Hace días la llamé porque Eduardito me dice: «Abuela, van a mandarme para El Chico, ¿qué crees de eso?». Yo: «No puedo decirte, porque realmente no sé. ¿Qué es lo que deseas tú? Si crees que vas a estar mejor». Llamo a Luisa: «¿Qué hay con El Chico? Dice Eduardito que probablemente lo manden para allá». Luisa: «Dame tiempo a que yo hable con Denia». No había vuelto a llamarla, tampoco puedo ser tan matraquillosa. Eduardito sí llamó: «Abuela, te pedí no le dijeras nada a Luisa». Yo siempre consulto con ella, porque la que sabe es Luisa, es la que puede averiguarme todo.
—Claro.
—Me llama Luisa ayer por la tarde. Yo: «Voy a tu casa, hay cosas que no se hablan por teléfono». Me cogió la noche y todo. El tema es que iban a mandarlo a El Chico por el problema tuyo, pero Luisa le dijo a Denia que no lo tocaran, que no se lo mandara para ninguna parte. Es como si él fuera ahijado de Luisa, ¿tú me entiendes?
—Sí.
—Agregó: «¡No, no! No lo mandes para ninguna parte. Su abuela está enferma, ellos [incluye a Rosmary, la hermanita de 12 años de mi hijo, también enferma, con cardiopatía] son solitos». Luisa me llama y me dice que iban a mandarlo por eso: te tienen hecho un seguimiento, tanto tú como todo el que tenga que ver contigo le tienen hecho seguimiento. El temor de ella era que si Eduardito ha adelantado y está tan bien, fueran a joderlo llevándoselo para allá, para El Chico. «De todos modos, ve y conversa con Denia. Le dices que Eduardito es tuyo, que ustedes nada tienen que ver con las cosas de su papá. Le explicas que ese mismo proceso lo pasó allá [en el Guatao]». Yo: «No te preocupes, voy para allá». Fui a hablar con Denia. Como que estaba preocupada por ese tema, ¿entiendes?
—Lo mandan para El Chico por mí, están siguiéndome.
—Eso.
—Si me da la gana de visitarlo…
—Donde sea. Le dije a Denia que tú eres muy buen padre.
—Si lo mandan para Guantánamo, lo visitaré igual. Si Luisa o quien sea me dice a mí o a ti que van a enviarlo para El Chico por el problema de su papá, tienen que aclarar si la estancia allí significa que no puede recibir visitas mías.
—Te lo trancan. Te lo trancan como castigo.
—«Te lo trancan como castigo».
—Te lo trancan como castigo y ya no es, como decía, el de seis meses que antes ponían, ahora es de un año. Todo lo que se adelantó se va para atrás.
—Perfecto.
—Denia iba a buscarme tu nombre, pero no hubo conexión.
—Yo le hubiera dado el teléfono para que se conectara.
—No, no. No sé por qué vía se conectan ellos, lo saben todo. Iba a tirarte por esa cosa…
—Que me tirara.
—Me dijo: «El tema es que a veces de lo que se trata es de lograr que tenga poco acceso. Ahora mismo él sale de pase, que tenga poco acceso a su papá». Yo: «Su papá es muy buen padre. Es su único niño». Fíjate que me preguntó si tú tenías más hijos. «Ese es su único niño. Nosotros no tenemos la culpa… En realidad no sé qué es el papá. Nos llevamos bien, pero no conversamos ni me interesa conversar esos temas. Lo que quiero es hacerte llegar que Eduardito nada tiene que ver con su papá, porque con quien convive es conmigo. Puede tener conversaciones con él, pero su papá no va a arrastrarlo a nada de eso». Entonces mandó a buscar a un señor que es como el padrino de Eduardito allí.
—Sé quién es.
—Ese hombre me habló muy bien de Eduardito: «Soy quien lo saca a trabajar, es muy buen muchacho. Es una lástima que haya que trasladarlo de aquí con lo que ha avanzado Eduardito». Otro me habló después sobre el proceso de mi nieto, el año que debe terminar, el que se le presenta la condicional… En este se le rebajan ciento sesenta días más. Va disminuyendo. «Qué queremos nosotros: que Eduardito no tenga problemas ni nada por el estilo. De momento, no vamos a mandarlo para ninguna parte».
—«De momento». ¿Así te dijo?
—Así: «No vamos a mandarlo para ninguna parte, porque es una lástima». Dice que Eduardito ni habla. Lo mejor que hace, para que tú sepas. A mí no me gusta hablar nada por teléfono, porque uno ya no sabe ni qué va a hablar, todos no pueden estarse enterando.
—«De momento» no van a trasladarlo.
—Iban a llevárselo para «cordillera».
—¿Cordillera?
—Trasladarlo de provincia.
—Ya.
—Pero no, tampoco. Luisa dijo que, por favor, no se lo mandaran para ningún lugar. Porque ella viene siendo como la madrina. A Dios gracias que por lo menos tiene uno eso.