Por Oscar Durán
La Habana.-La actriz del momento volvió a Cuba, su tierra. No es aconsejable venir a esta desgracia de país en estos tiempos, pero cada cual es libre de sus actos. Para muchos cubanos, sin embargo, es un orgullo contar en suelo patrio con Ana Celia de Armas Caso, considerada, ahora mismo, de lo mejor de la actuación mundial.
Uno de los posibles motivos del arribo a la isla de Ana de Armas es para festejar, el próximo 30 de abril, su cumpleaños 35. Hubiese sido más aconsejable ir a otro destino, Ana. A no ser que hayas traído seis o siete Seguridad Personal de 2,10 metros de altura armados hasta los dientes.
Le dices a tu novio, el empresario Paul Boukadakis, que no ande filmando con el celular en La Habana Vieja. Cuando esté cayendo la noche, échale repelente por todo el cuerpo. Por favor, si se van a tirar una foto en el Capitolio, enséñale a decir en inglés Diaz Canel, Singa´o, para que lo diga a toda voz. Al final, los policías cubanos no saben hablar ni el español. Ninguno entenderá.
Lo que es la vida: si días atrás de Armas hubiese declarado en algún periódico que Cuba es una dictadura y sus gobernantes son unos asesinos, le niegan la entrada como que dos más dos es cuatro. Pero como eso no ha sucedido, hasta los medios castristas se hicieron eco de su llegada en el aeropuerto José Martí.
Aclaro: no estoy en contra de que Ana de Armas venga a su país. Como si aterriza todos los meses. Eso sí, díganle que se cuide. Esto es un infierno y el régimen no se responsabiliza por nada. Ni aunque seas Ana, la grande de Hollywood.