Por Jorge Sotero
La Habana.- El gobierno cubano culpa a los que roban y matan ganado de los problemas que tiene la ganadería cubana. Y algún medio de prensa afín adorna un reportaje con cifras y testimonios de lo que ellos creen que ocurre en el país, sin ir a lo profundo a buscar las causas.
Hace 10 días, en el balance del ministerio de la Agricultura, al que asistió Manuel Marrero, se habló del tema, pero sin ir al fondo. Al menos eso dejó entrever la nota de prensa. Lo cierto es que la ganadería cubana pierde miles de cabezas cada año por esa causa. Y esas muertes, generalmente, son de vacas y terneras, no de toros ni terneros, mucho más difíciles de atrapar para los que se dedican a esas tareas.
Según el reportaje de Cubadebate, ese órgano que dirige Randy Alonso, en el que escriben, entre otros personajes tan detestables como Michel Torres y Humberto López, y donde hizo carrera Patricio Montesinos antes de ser nombrado embajador en Gambia como Rubén Abelenda, la provincia más afectada del país es la de Villa Clara, con 12 mil 243 hurtos en 2022. La cifra es alta, y supondría algo así como mil por cada uno de sus municipios, o tres diarios, para ser más claros.
Luego estaría Holguín, con casi 10 mil, seguido de Matanzas, Cienfuegos y Las Tunas, esta última con poco más de seis mil. Y a esas cifras hay que agregar la del ganado mayor que muere por falta de medicamentos, porque tampoco hay con qué combatir enfermedades, como las que transmite la garrapata, por ejemplo.
Incluso, también las que mueren de hambre, porque cuando llega la sequía la alimentación para el ganado desaparece y solo los que tienen cómo y dónde sembrar un poco de caña o de Kingrass logran sacar adelante su rebaño.
El hurto y sacrificio, porque de eso trata este artículo, tienen una sola causa: la escasez. Si en Cuba hubiera mercados con carne de res a un precio normal, acorde al salario de las personas o de sus pensiones, nadie se arriesgaría a robarse una res para luego matarla e intentar vender su carne porque no encontraría compradores por ninguna parte.
Eso de hurto y sacrificio de ganado mayor es un delito típico de Cuba. Y no digo que en cualquier otro país alguien no se robe un toro, o un rebaño, para venderlo y sacar ganancias, pero no es lo normal, porque en cualquier ciudad de cualquier país, un cliente va a un mercado y puede comprar la carne que quiera, del tipo que quiera y la cantidad que se le antoje.
Y la compra en lugares limpios, con la refrigeración adecuada, sin riesgos de que el animal haya estado enfermo, o lo hayan compuesto luego de encontrarlo muerto. Pero en Cuba no es así. De hecho, hay personas en Cuba que no saben lo que es la carne de res. A muchos niños no les gusta, y algunos adultos olvidaron el gusto que tiene.
Con la prohibición de matar libremente ganado, impuesta por el castrocomunismo en 1963, el gobierno no resolvió un problema, sino creo dos figuras delictivas nuevas: la de hurto y sacrificio, por las cuales miles de cubanos pagaron largas penas de prisión. Y a esas se agregaron después otras: la de vendedor y receptador.
Luego, en 2021, el gobierno cubano autorizó la matanza de ganado y su venta, pero todo formó parte de un aparatoso despliegue publicitario, porque, al final, es casi más difícil hacerlo ahora que cuando estaba prohibido. Hay que cumplir tantos condicionamientos que la mayoría de los campesinos cree que no vale la pena intentar todos los trámites para sacrificar una res.
La tendencia de robar y matar ganado ha cogido fuerza en los últimos años, motivada por la escasez, como decíamos, y las políticas erradas del gobierno, que cree que imponiendo sanciones de hasta 12 años, va a resolver el problema. Y el alza se debe a la crisis cada vez más aguda que vive Cuba, donde no solo es complicado encontrar carnes de cualquier tipo, sino otros productos, como legumbres, verduras, cereales, viandas, y hasta leche y sus derivados.
Así que si el gobierno cubano quiere resolver el problema del hurto y sacrificio, lo primero que tiene que hacer es habilitar los mercados con comida, que no solo carne. O no tiene que habilitarlo, sino abrirse al mundo, cambiar el modelo económico, permitir que invierta en Cuba el que ofrezca soluciones verdaderas a la escasez. Incluso, ni eso, si quiere de verdad que se acabe lo del robo de vacas, que se vayan todos y dejen que alguien más prudente e inteligente rija los destinos del país.
Ellos, los gobernantes -sobre todo los Castro- son la causa, y también la consecuencia, de todo. Y lo de las reses muertas, es apenas una bicoca entre las infinitas culpas del castrocomunismo.