Por Jorge Sotero
La Habana.- El oficialismo y la oposición caminan en Cuba en direcciones totalmente opuestas. Mientras unos lo ven casi todo mal, los otros creen que va perfecto y que son la envidia del mundo. Esas sensaciones llegan después a los medios de prensa, defensores de una parte o de la otra, y le permiten al lector común sacar sus conclusiones sobre un tema u otro. Solo que la peor parte la llevan siempre los que defienden a ultranza a la dictadura, cada vez menos creíbles.
Nada más hay que ir a los periódicos y tomar alguna muestra. Luego la analizas y te das cuenta de que el régimen cree que quienes viven en la isla son personas sin cerebro, capaces de dejarse manipular con informaciones a medias sobre aspectos de la vida cotidiana que van cuesta abajo, como el famoso tango.
El oficialismo se hace eco, un día sí y otro también, de las fechas históricas. Apelan a la Asamblea de Guáimaro, a lo que sucedió en Mangos de Baraguá, a los sucesos del 13 de marzo, o a la huelga del 9 de abril, como si hubieran ocurrido ayer, para recordarle a los cubanos de dónde venimos. Solo que los jóvenes, sobre todo, hace rato que abrieron los ojos y no le prestan mucha atención a esas campañas, casi siempre acompañadas de algunas mentiras para resaltar las hazañas del personaje que más les convenga.
Mientras, las escasas páginas de los medios y el tiempo de los noticieros están llenos de noticias vacías, como la reseña de este miércoles en Granma sobre la visita a Cienfuegos y Villa Clara de una comisión del secretariado del Comité Central del Partido Comunista y que el órgano oficial tituló como «Pueblo y Partido juntos, para empujar un país».
La nota, que tiene dos autores -los corresponsales del referido periódico en cada unas de esas provincias- es una sarta de incongruencias, de mentiras y medias verdades sobre lo que pretende el Partido Comunista que sea Cuba, muy diferente a los que realmente vive la población. Habla de atención a los jóvenes, de incentivar la producción, de la industria azucarera, de resolver problemas y no sé cuantas cosas más, cuando todo el mundo sabe que en ambas provincias la gente se está comiendo un cable.
Y no solo se lo está comiendo, sino que lo tiene que pagar caro, porque no hay alimentos, ni medicinas, ni transporte. Y encima de eso, no hay ni pupitres para los alumnos en las escuelas, y mucho menos cuadernos y libros de texto. Y los hospitales se caen a pedazos, en tanto arrecían los controles policiales, los chantajes, la represión y los encarcelamientos.
Por otra parte, los medios independientes, la mayoría editados en el exterior, pero con fuentes muy cercanas a los hechos, acercan más al cubano a la realidad de su país, y les permiten informarse de todo cuanto ocurre en la isla, aunque a veces sea con unos días de atraso.
Por esos medios digitales, que sobreviven a duras penas, uno se entera de que andan disparados los feminicidios en Cuba, que ya van por 23 en el presente año, a solo 11 de los ocurridos en todo 2022. También de los constantes incendios, de los accidentes de tránsito, de las torturas a los presos políticos o de las violaciones de cada día a los derechos humanos.
Por esos medios nos enteramos de lo que trae escondido el nuevo proceso de bancarización del dólar, de esas cosas horribles que las personas se encuentran dentro del picadillo que venden en las tiendas en MLC, o en las compotas para los niños, de los asaltos y robos con fuerza, de los crímenes de la policía, o de la vida de ricos que se da la familia Castro y algunos de sus más allegados colaboradores o testaferros.
Solo por esos medios y las redes sociales hemos descubierto, poco a poco, el daño que le han hecho los Castro a Cuba, la incapacidad del gobierno de turno, la ineficacia del ocupante del asiento presidencial y de su vicepresidente, de la gula que muestra en todo momento el primer ministro, o de las propiedades que atesoran los hijos y los nietos de Fidel Castro, y los herederos de su hermano Raúl.
Para saber la verdad no basta con buscar una media entre unos y otros, como puede pasar en cualquier país del mundo. Puede que unos, los medios opositores exageren en alguna cosa, pero normalmente le cuentan a la población lo que ocurrió. En tanto, los editados en Cuba, esos que a veces salen en papel, solo apelan a la mentira, a ensoñaciones históricas, a discursos anticuados y manipulados con la única intención de mantener el dominio perpetuo sobre las masas.
Cuba va así, y a pesar del esfuerzo de unos por engendrar un cambio, el control del aparato gubernamental es tan fuerte y recio que cuesta abrir rendijas por donde colar la verdad e informar a la población. De hecho, los medios contrarios al gobierno no se pueden ver por internet desde la isla, donde las redes sociales, sobre todo Facebook, se han convertido en plataformas de denuncias, a las que cada vez más personas acuden para mostrar su descontento.
Lo cierto: los medios alternativos cumplen un rol importante, por más que las estructuras de control gubernamental intenten apagar sus voces de todas las maneras posibles. Y cuando todo termine, cuando del castrismo no queden más que las secuelas de su lúgubre recuerdo, habrá que recordar siempre el papel desempeñado por todos esos soñadores que, en su búsqueda constante de la verdad, lograron poner al descubierto las interioridades del castrocomunismo.