Por Anette Espinosa
La Habana.- Los casos de feminicidio en Cuba continúan al galope. El último ocurrió el pasado domingo en el barrio habanero de Jesús María, otrora famoso por los hechos de violencia que allí sucedían, y ahora por la marcada pobreza y las actividades ilegales a las que se dedican sus habitantes.
La muerte de la mujer, la víctima número 23 por hechos de este tipo en Cuba en lo que va de año, aún no están claras, pero se sabe que era una joven y que el asesino, después de provocarle heridas de gravedad, la llevó a un policlínico cercano, pero fue imposible salvarle la vida, por la gravedad de las lesiones.
Según la publicación en Twitter del Observatorio de Violencia de Género de la revista Alas Tensas, los “hechos parecen haber estado atravesados por situaciones de proxenetismo y tráfico sexual, que implican a migrantes internas, por lo que requieren de una exhaustiva investigación policial”.
Hasta ahora no ha trascendido el nombre de la víctima, pero teniendo en cuenta la revelación de Alas Tensas, no es de extrañar que se trate de alguna joven del interior que emigró a La Habana a estudiar o a trabajar y, como sucede desde hace muchos años, cayó en alguna red de prostitución enfocada en el turismo extranjero.
Muchas jóvenes en esta situación, sobre todo las estudiantes universitarias, terminan por encontrarse un novio allende las fronteras, generalmente en Europa, y logran abandonar el país, con suerte incluso para formar una familia y cambiar su vida. Otras, sin embargo, van a parar a burdeles en cualquier lugar, y terminan con una existencia en la miseria.
Las que no, hacen su trabajo en La Habana por un poco de dinero, incluso comida, que deben entregar al proxeneta de turno, incluso a la Policía, cuyos agentes se sitúan, desde que cae la noche, en La Rampa o en el Malecón, y a las sospechosas les recogen el carnet de identidad, que solo devolverán a la mañana siguiente a cambio de una cantidad entre los 20 y los 30 dólares.
Estas acciones, las de los policías, no las de las prostitutas, las conoce el gobierno, pero se hace el de la vida gorda y permite a sus gendarmes continuar actuando de este modo.
La joven que murió en Jesús María es la víctima número 23 de violencia sexual en lo que va de año, una cifra que alarma porque en todo 2022 ocurrieron 34 de estos casos, una cifra que puede duplicarse con facilidad en el presente.
A pesar de todo, no ha habido ningún pronunciamiento del gobierno sobre el caso, y para los medios oficialistas no ha pasado nada, como ocurre siempre, porque en su política editorial lo principal es hacerle ver al mundo que Cuba es un país normal, en el que todo transcurre con absoluta normalidad, con la única intención de no espantar a los turistas, rusos y canadienses en su mayoría, que visitan la isla.
