Por Jorge Sotero
La Habana.- En temas económicos soy apenas un neófito, que habla solo por la experiencia de años con los bolsillos vacíos, a pesar de ‘trabajar como un mulo’, como decían en aquella zona de El Escambray, donde nací, en relación a las acémilas que se usaban para bajar café de las montañas por aquellos caminos empinados.
Pero eso no me impide hablar y dar mi opinión sobre algunos temas económicos. Y lo hago yo, pero pudiera hacerlo cualquier lector, sobre todo porque la experiencia nos dice que el gobierno cubano no da puntada sin hilo, tal como dice el refrán. Y algo oculto debe haber detrás de la aceptación de dólares estadounidenses por instituciones financieras y bancarias.
Vale recordar que hace un tiempo ya, muchos meses, el gobierno dijo que no recibiría más dólares, porque había excedente en sus arcas y no podían comercializar con él, en efectivo, en el mercado mundial. Y esto lo comento de memoria, sin hacer lo que se debe: rastrear en internet fechas y explicaciones. Y lo hago porque no hace falta, porque no hay que ser tan preciso con las determinaciones casi siempre erráticas del castrocomunismo.
Eso sí, esto de ahora me suena como un paso acelerado a la dolarización, en un intento desesperado, otro más, por captar la mayor cantidad de divisas, porque ya la dictadura no sabe qué hacer para recoger la moneda estadounidense que circula en el país. Ellos saben que muchos de esos ‘billetes verdes’ se escapan y que no todo el que entra al país va a los bancos, que es como decir a las arcas familiares de los Castro y algunos de sus secuaces de turno.
Ahora, supuestamente, puedes hacer depósitos en dólares. Imagino que se puedan hacer también desde el extranjero, y en cualquier momento podrás pagar con ellos en las famosas tiendas en MLC, sin tener que convertirlos en esa monedita virtual que tiene locos a los cubanos y a los estudiosos de la economía.
Con el dinero en los bancos habrá más control. Y algunas personas, esas que aún tienen fe en las instituciones bancarias, creerán al dedillo la nueva resolución, lo depositarán allí y luego no sabrán cuándo podrán extraerlo, si lo harán o no, incluso si al final el castrismo decide cambiártelo por pesos cubanos, o por lo que a ellos se les ocurra, porque ya sabemos que son monstruos en eso de las improvisaciones.
Yo no tengo dólares, más allá de los que me manda un tío con buena memoria desde Tampa. No lo hace todos los meses, pero 100 americanos cada dos o tres meses no está mal. Es verdad que cuando entras a una tienda sientes que te roban, que te estafan, que se burlan de ti, pero esa plata no la sudé yo, es apenas un regalo, o una colaboración, y no me duele pagar 20 MLC por un paquete de detergente, si al final es regalado.
Todo lo que se vende en Cuba, lo producido en el país incluso, es dos, tres, y hasta cinco veces más caro que ese mismo producto en cualquier otro sitio del mundo. Y ese sitio puede ser Los Ángeles, Nueva York, Toronto o Miami, pero también Madrid, Moscú y Tokio, por mencionar varias de las ciudades más caras del mundo.
Hace unos días compré un detergente en una tienda de mi Cumanayagua natal, mientras hablaba por chat con un amigo que vive en Toronto, uno de esos que, cansado de soportar miserias y presiones, decidió tomar un avión y aventurarse al exterior en busca de una nueva vida, o al menos de una diferente.
Hablábamos de cualquier cosa y cuando fui a tomar el pomo de detergente líquido, de lavar, viré la cámara y le mostré el precio. Yo tenía que pagar 16 MLC, que es lo mismo que 16 dólares, y él, que no es, ni ha sido nunca, un exagerado, me mandó poco después una foto con el mismo producto, con la misma cantidad, a 4.99 dólares canadienses.
En fin, intentar desentrañar lo que hay detrás de la nueva resolución del gobierno cubano es un puro ejercicio de adivinador, algo en lo que no soy muy ducho, pero sí podría apostar a que nada bueno significará para el pueblo, para ese que no cobra salario en dólares, que no los recibe de su familia en el exterior, o que nunca los ha tenido en sus bolsillos.
Por lo tanto, voy a aguardar unos días, por los especialistas, por esos avezados analistas que desentrañan cada uno de los pasos que da el castrismo, económicamente hablando, para tener una idea más clara. Pero eso no quita que piense en que vamos camino a la dolarización, pero no a la dolarización total, sino apenas de las ventas, porque salarios y pensiones se seguirán pagando en pesos cubanos, una moneda con la cual no puedes resolver ni el 10 por ciento de tus problemas.
Es solo mi opinión, insisto, pero me gustaría saber la tuya, que has tenido el valor de llegar hasta acá y leer mis consideraciones.