Uno quiere dar noticias alentadoras de Cuba, pero por más que queramos, solo encontramos desgracia. Quisiera levantarme un día y escribir, por ejemplo, que dentro de los próximos 62 mil milenios no habrá apagones en Cuba. O que los Castro y su pandilla entregaron el país y el nuevo gobierno ha puesto a la isla entre los primeros países más desarrollados de América. Qué lindo sería plasmar todo eso y no tener que informarles, ahora mismo, sobre la muerte de un trabajador de la Central Termoeléctrica (CTE) Antonio Guiteras, de Matanzas.
El hecho ocurrió este viernes, cuando cuatro trabajadores de la Empresa de Construcción y Montaje Especializado (ECME) retiraban hollín e incrustaciones de vanadio en el interior de la chimenea de 110 metros de la CTE y quedaron atrapados por el desprendimiento de una columna de “cenicero”.
El cuerpo sin vida pertenece a Alexis Bernardo Labrada Junco, de 47 años, natural de Granma y residente en el municipio de Matanzas. En tanto, Lázaro Frank Montero Pita, de 57 años, aún permanece dentro de los escombros al momento de redactar la noticia. Los dos restantes trabajadores, Leonel Pérez Montoya, de 30 años, y Maikel López Navarro fueron rescatados y sus vidas no corren peligro.
Las redes sociales han estallado, culpando al gobierno por las malas condiciones que se enfrenta el obrero cubano a la hora de realizar su trabajo y nadie responde en caso de un accidente falta como el de hoy.
“Ahora esas personas serán héroes de la patria, gente que sacrificó su vida en una honrosa misión de cumplir con el compromiso asignado. Veremos las caras de tristeza fingidas por parte de los dirigentes. Una medalla en el sarcófago y las condolencias a los familiares y al pueblo. En Cuba no hay garantía de nada, incluso, después de muerto, estás expuesto a que profanen tu tumba para utilizar los huesos en rituales de brujería. Más de lo mismo, como dijera el filósofo Yusuam Palacios”, comentó un lector llamado Patria y Vida.
Hace algunos meses atrás, muy cerca de la termoeléctrica, la base de Supertanqueros ardió en llamas y murieron 17 inocentes, muchos de ellos jóvenes que pasaban el Servicio Militar y no contaban con experiencia para ese tipo de labor tan riesgosa como es sofocar un incendio.
Sin dudas, otro capítulo oscuro vive Matanzas en menos de un año y casi en el mismo lugar. Una termoeléctrica destinada a generar luz, hoy vio morir a unos de sus hijos dentro de la oscuridad de su chimenea. Paz para esa alma.