Economistas rusos proponen un plan a Cuba sin conocer la verdad de la isla

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Por Anette Espinosa
La Habana.- Economistas rusos propusieron a Cuba un plan para realizar reformas de mercado en la isla, tomando como base el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas, pero con desconocimiento total de la verdadera situación del país caribeño, donde el aparato estatal lo controla todo e impone gravámenes inauditos a la gestión empresarial privada.
Según medios de prensa, el comisionado del presidente de Rusia para la protección de los derechos de los empresarios, Boris Titov, dijo que «la reforma económica la pueden y deben promover las pequeñas y medianas empresas. En Cuba las pymes equivalen a las empresas privadas, ya que el Estado controla todas las áreas estratégicas».
Debería ser así, que las empresas privadas, cubanas o extranjeras, llevaran el peso de la economía, y el aparato gubernamental, obsoleto y corrupto, se dedicara a otras funciones, pero no es lo que sucede: el Estado actúa y actuará como una sanguijuela de todo el que produce e intentará sacarle siempre hasta el último céntimo, para mantener a la población en la pobreza más absoluta, una condición del sistema para tener sometido al pueblo.
La vieja historia de la gallina que el dictador soviético Iosif Stalin desplumó para mostrarle a sus secuaces que una vez desprotegida no tendría más opción que ir a sus pies a buscar calor, el castrismo la cumple a la perfección. Y aunque, por momentos, aparenten una apertura, se trata solo de algo momentáneo, para dormir un poco a la opinión pública internacional, que es la que verdaderamente le importa, y acallar las críticas contra la gestión gubernamental.
Según Titov, las pymes en Cuba se encuentran en una etapa inicial de desarrollo, y lo dice porque a ellas corresponde solo un siete por ciento del PIB, pero resulta que esa etapa inicial de desarrollo de la gestión privada la hemos vivido en muchas ocasiones. Y luego, en un abrir y cerrar de ojos, todo se vino abajo, por decisión del gobierno de turno, que desde 1959 responde al mismo apellido, Castro, aunque otro aparente ser el que lleva los hilos.
En los últimos 64 años, el mejor momento de la economía cubana se vivió a mediados de la década de los años 80, con la implantación del Mercado Libre Campesino, entre otras cosas. Por entonces los puestos de venta estaban abastecidos de la mañana a la noche y los precios bajaban y subían de acuerdo a la demanda, pero siempre al alcance del bolsillo de la inmensa mayoría de los cubanos. Pero aquella experiencia convirtió a algunos en empleadores. Unos guajiros contrataban a otros para trabajar y a los Castro les pareció mal, y un buen día decidieron que aquella no era la vía.
Entonces, la economía agrícola, la base de la economía cubana, se vino abajo y nunca más volvió a ser la misma. Con la llegada de los años 90 comenzaron a desaparecer los productos del campo, el campesino seguía con el estigma de enemigo de la clase dominante y aumentaron los arneses para intentar someterlo y que terminara por entregar sus tierras. Y el gobierno lo consiguió en buena medida. En esos mismos años a los hermanos Castro se le metió en la cabeza que la industria azucarera era ineficiente -que lo era- y en lugar de intentar darle la vuelta a la situación, optaron por lo más fácil: acabar con ella.
Cientos de miles de personas quedaron sin trabajo, miles de caballerías de tierra dejaron de producir algo y las invadió el marabú, pueblos enteros perdieron la vida que les daban los centrales y el país cayó en un barreno del que no pudo salir más. Para entonces, cada vez el bloqueo era más el culpable, y un buen día se les ocurrió permitir negocios privados, como las llamadas paladares, la inmensa mayoría de las cuales no estuvo ni un año en servicio, porque el mismo gobierno que daba el permiso para operar, enviaba a los inspectores por detrás para acabar con ellas, en una de esas habituales maniobras ladinas del supuesto gobierno más humano del mundo, como decía Fidel Castro una y otra vez.
Aún así, el cubano sobrevivía. No había leche, carne, granos, aceites, ni ropa, pero el cubano seguía adelante. El que tenía familia en el exterior y contaba con su ayuda, iba mejor, y podía enfrentar los leoninos precios de las tiendas en CUC, donde un pomo de aceite podía valer hasta cuatro veces lo que en cualquier otro país del mundo. Pero al gobierno se le ocurrió hace unos años, justo en plena pandemia del coronavirus, que era hora de desaparecer el CUC y terminar con la dualidad monetaria. Y no lo pudo hacer peor. A pesar de las advertencias de que no era el momento, los voceros del castrismo pasaron horas en televisión explicando el proyecto, aquel reordenamiento económico que no reordenó nada y terminó por desorganizarlo todo de una definitiva vez.
Dos años después, Cuba se convirtió en uno de los países más pobres del mundo. De golpe y porrazo los cubanos se encontraron con la escasez más grande de alimentos y medicinas de toda la historia, con la represión más absoluta y los precios más disparatados. Y lo peor: el gobierno se vanagloria de resistir, de seguir siendo ejemplo para el mundo, y mientras pide resistir de manera creativa, miles de cubanos se van a cualquier parte, en cualquier situación, en el éxodo más grande ocurrido en toda la historia latinoamericana.
Y ahora viene Titov y, además de proponerse para ayudar a Cuba con soluciones, dice que el país enfrenta muchos problemas para acceder a créditos, como si las culpas fueran de otros y no del mismo gobierno que nunca ha pagado sus deudas en tiempo. Que no le ha pagado incluso a Rusia, a pesar de que Moscú le condonó la parte de lo que debía de los tiempos de la Unión Soviética.
Eso sí, hace referencia y con razón «a los altos impuestos, los problemas con la tasa de rendimiento debido a los precios de algunos bienes, que se fijan mediante directivas, y el precio de otros bienes, limitado por los bajos salarios en el sector público. En muchos sentidos, las pymes cubanas están en la sombra».
El hombre insiste en las pymes y dice que su participación en la economía cubana puede ser mucho mayor, pero advierte que «para ello es necesario modificar los factores clave. En particular, crear un régimen fiscal más suave y flexible. La fuerte flexibilización de las condiciones fiscales debe ir acompañada de un ‘blanqueo’ igualmente significativo de la economía», dijo.
Y ese es el gran problema. O uno de los problemas principales, porque el gobierno cubano no rebajará la tasa impositiva, porque no quiere que un grupo de personas tenga dinero, solvencia económica. Si por los gobernantes fuera, el dueño de una empresa cualquiera debería terminar el mes con ganancias cero. Y eso es imposible, como es imposible que bajen los precios de los productos de primera necesidad, los cuales suben cada vez más, al extremo de que es más caro comprar un pomo de aceite de soya o girasol en La Habana que en Tokio, por ejemplo.
Piensan los que mandan en Cuba que ese dinero, como llega de afuera, de las remesas que envían desde Miami, sobre todo, es fácil de gastar. Y no medita en el que trabaja, cuyo salario no le da ni para una semana, o en el jubilado que cada día está peor, porque la pensión que recibe malamente alcanza para comprar lo que vende el gobierno en las bodegas, por la libreta de abastecimiento, que es a lo que llaman canasta básica, pero que de básica no tiene nada.
Para el experto ruso, «la cuestión fundamental de la reforma sigue siendo la gestión de los precios», un factor que considera estrechamente vinculado a la política de cambio de divisa. Y advierte que la regulación «estricta» de esas transacciones provoca «la baja rentabilidad de las empresas, el déficit de productos básicos» y la proliferación de un mercado subterráneo cada vez menos explicable
Por último, Titov advirtió que «a diferencia de la ‘terapia de choque’ que tuvo lugar en Rusia, la transición a la libre formación de precios en Cuba debe realizarse de una manera gradual, y tiene que estar bien preparada». Y sí, así como él lo dice suena hasta lindo, pero la realidad es muy diferente, porque hay muchas diferencias entre Cuba y Rusia, sobre todo en cuanto a portadores energéticos, recursos naturales, disciplina de la mano de obra y fondos para invertir.
Rusia es un país poderoso, económicamente hablando, y Cuba es una isla pobre, que se cae a pedazos, de donde sus mejores hijos salen huyendo por temor a caer presos o a morir de inanición, incluso hasta con la intención de poder ayudar desde el exterior a la familia que dejaron detrás. Cuba es un desastre de país, con un gobierno incapaz, y ningún plan o programa saldrá adelante mientras los Castro controlen y Díaz Canel ponga la cara.

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