Este Ingeniero de Sonido fue ganador del primer Grammy Latino en la historia de Cuba. También fue nominado por la Academia como Mejor Ingeniería con el álbum X-Moré. Estuvo varios años trabajando en la Fundación Pablo Milanés. Ha participado en producciones como Nubes, de Carlos Varela; Abre, de Fito Páez; Homenaje a Pablo y Joan Manuel Serrat, entre otros. Actualmente vive en Chile, donde trabaja con los mejores exponentes de la música del país sudamericano
Por Rodrigo Fuenzalida
Cuando Gerónimo Labrada Fernández (Vedado, 1974) estaba grabando La Rumba soy yo Vol. 1, el primer disco ganador de un Grammy Latino con producción cubana, lo llaman por teléfono para proponerle trabajar una semana por 150 dólares al día en los estudios de la EGREM con el Buena Vista Social Club. Debía sustituir en el sonido a Jerry Boys, el gran ingeniero inglés que en ese momento debió viajar a Estados Unidos a cumplir otros compromisos comerciales.
“Ahí mismo paré la grabación de La Rumba soy yo. Imagínate en pleno Período Especial este cubano ganando esa cantidad de dinero y trabajando con los más duros”, me dice Gerónimo en un Café de Santiago de Chile, ubicado en la calle Colo Colo, el nombre del club de fútbol más emblemático entre los chilenos.
Hablamos cerca de dos horas y media sobre varios temas de la vida de unos de los sonidistas más grandes que ha dado Cuba. “Tengo el tiempo del mundo para conversar de lo que quieras. Dispara sin miedo”.
-Ahora mismo usted y yo somos dos cubanos lejos de nuestra tierra, separados de los seres más queridos por culpa de una absurda ideología. ¿Cómo ha sido esta aventura de emigrar?
“Salir de Cuba fue la decisión más difícil de mi vida. La gente lo ve como una vía de escape, pero uno deja muchas cosas atrás que te duelen todos los días de este mundo”.
– ¿Extraña a la familia y el barrio donde nació?
“Demasiado. Nací en el Vedado, en medio de una situación bastante acomodada. Mi papá, Jerónimo Labrada, era sonidista del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y hoy preside la Cátedra de Sonido de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Mi madre, Cristina Fernández, trabajó como productora de Dibujos Animados en el ICAIC junto a Juan Padrón. Soy descendiente de españoles que llegaron al país con una mano delante y otra detrás, pero se abrieron camino con esfuerzo”.
-¿Eres un seguidor de los pasos de tu padre?
“Más o menos porque desde niño tuve mucha inclinación por las artes en general. Pasaba todo el tiempo dibujando y escuchando música. A los 11 años ingresé a la escuela elemental 20 de octubre en el área de dibujo. Los profesores eran Gustavo Acosta, Waldo Saavedra, Tomás Sánchez, unos verdaderos monstruos. Teníamos un plan de estudio muy fuerte, por eso decido dejar las artes pláticas y empiezo en el Preuniversitario”.
-Tengo entendido que la etapa en el Pre fue un poco rebelde…
“Es que varios amigos entramos con el pelo largo y el director no lo aceptó. Entonces se nos ocurre hacer una huelga espontánea, porque en el Reglamento Escolar no decía que era una violación. En ese grupo estaban Canek Sánchez Guevara, Alejandro Korda, nietos del Che y del fotógrafo Alberto Korda.
Nadie nos daba una explicación lógica, pero un buen día vinieron dos agentes de la Seguridad del Estado a decirnos que todo ese show era por influencias de gente de Checoslovaquia. De momento se para Canet, pide la palabra y dice que su abuelo peleó en la Sierra, entró a la Habana en el ´59 y se murió con el pelo largo”.
-¿Los de la Seguridad sabían que era el nieto del Che quien estaba frente a ellos?
“Para nada. Uno de ellos preguntó quién era su abuelo y se pusieron colorados cuando Canek dijo el Che. Enseguida cambiaron el discurso, hablaron con el director y nos dejaron entrar. Al final desaprobamos el año y salimos del Pre, pero hicimos la huelga”.
-Después de eso, ¿ya tomas el rumbo como sonidista?
“Con 16 años empiezo a trabajar con Athanai Castro, lo ayudaba en el sonido. Hacemos un concierto en el Castillito y tengo mi primera experiencia. La adrenalina de estar en vivo me gustó mucho. Entonces comienzo a trabajar en el ICAIC y aprovecho para leer unas revistas que se llamaban Recording Engineer Producer donde salían entrevistas mostrando lo relacionado al sonido. Con el paso del tiempo le fui tomando el golpe y ya formaba parte de proyectos de ARTEX con Maracas, Bamboleo, Carlos Varela, entre otros. Todo esto gracias a Alejandro Rodríguez, una persona a quien le debo mucho y muy serio con su trabajo”.
-¿Cómo llega a trabajar en los estudios de Pablo Milanés?
“Por Dagoberto González, quien era violinista de La Aragón y trabajaba con Pablo. En esa etapa hicimos producciones muy buenas como Del Yoruba al Son, de Yoruba Andabo; el disco homenaje al propio Pablo y a Joan Manuel Serrat; Nubes, de Varela; Ala de luz, de Raúl Torres, entre otros”.
-¿Por cierto, qué te parece el trabajo actual de Raúl Torres?
“Es un tremendo compositor, pero ahora mismo no sirve lo que está haciendo. Lo vi hace un tiempo en 23 y G con una cámara grabándose él mismo un video clip. Me dijo: aquí ando, luchando, esto aquí es la candela. Andaba ahogado”.
-Hubo un momento en que Armando Hart, ministro de Cultura de aquel entonces, quería cerrar la Fundación Pablo. ¿Por qué no pudo hacerlo?
“Pablo ayudó más a los artistas que el propio Ministerio. Por ejemplo, la Fundación le montó sonido a Los Van Van, Issac Delgado, Xiomara Laurgart. También los ayudó con giras internacionales, incluso a artistas de la plástica. Eso molestó mucho. Lo más lindo de todo es que Pablo no cobraba un peso por eso. Al final, terminan sacando a Hart como Ministro”.
-Tuviste varios años al lado de Pablo, ¿Lograste saber por qué se produjo esa enemistad con Silvio?
“Con esa ruptura siempre hubo mucho misterio. Ni siquiera se especulaba. Una vez enviaron un correo de intención de negocio para efectuar un concierto de ellos juntos y ambos recibirían un millón de dólares, pero dijeron que no. Eso sí, a Pablo nunca se le oyó hablar mal de Silvio”.
-Uno de los grandes momentos de tu vida: ganas el Grammy Latino con La Rumba Soy yo Vol. 1 al mejor Álbum Florklórico. ¿De qué manera viviste este triunfo?
“Este trabajo se hizo por amor. Los productores fueron Caridad Díez y Joaquín Betancourt. Fue en septiembre de 1999. Apareció un presupuesto muy bajo, pero logramos sacarlo. Una parte la hicimos en el ICAIC y la otra en P. M Records. Todo el mundo se sumó porque a la rumba se le debía un disco. Estuvo Tata Güines, Changüito, Clave y Guagancó, Yoruba Andabo, Los Muñequitos de Matanzas. Era un todos estrellas. Fue el primer Grammy hecho por productores y staff cubanos. Un momento de efervescencia total”.
-Pero ahí no paró todo, después llegó la nominación de la Academia al CD X-Moré en las categorías de Rap-Hip/Hop y Mejor Ingeniería…
“Lo disfruté mucho porque este disco salió desde una computadora Pentium 3 de 4GB y 256 de RAM. Nos metimos en el cuarto de mi casa con las muestras de las canciones del Benny y logramos sacar un excelente trabajo. Eso me abrió las puertas para irme definitivo de Cuba”.
-¿Por qué abandonas la isla?
“Empezó una cacería de brujas con los Estudios privados porque en el país entraba mucha droga en ese entonces. El Gobierno abre expedientes a los artistas y amenaza con meterlos presos si los cogían en la gracia. Juan Formell fue uno de los que se rehabilitó porque le iban a arrancar la cabeza”.
-¿A dónde vas a parar cuando sales de Cuba?
“Vine para Brasil. Estuve mezclando en Río de Janeiro la primera propuesta de Interactivo. El proyecto nunca salió, pero estaba de lo más interesante. Lamentablemente duré muy poco en ese país porque la violencia era terrible. Yo vi bajar a los negros de las favelas y saquear a media playa de Copacabana”.
-Si la industria de la música está en Norteamérica, ¿qué te motivó venir a Chile?
“Este país era una maravilla en el 2001. Tranquilo. Algo fantástico. Llegué a todos los Estudios, tiré curriculum y nadie me dio trabajo. Estuve de asistente en una librería bajando mercancías y acomodándolas dentro del almacén. Al mes, por suerte, logré hacer sonido en un bar de un cubano amigo mío de nombre Roberto Ramírez.
Un buen día decidí independizarme y fui hasta la Sony Music. Pedí una entrevista con el jefe y casualmente necesitaba arreglar unas mezclas y le logré hacer buen trabajo. Desde ese momento no he parado de trabajar. Hasta Teletón he hecho”.
-A propósito, la Teletón es un evento benéfico televisivo chileno liderado por la figura de Don Francisco. ¿Tienes alguna anécdota personal con él?
“En el 2015 estábamos grabando para el evento y, de momento, Don Francisco entra al Estudio y escucha mi acento. Empezamos a conversar como si nos conociéramos de siempre. Un tipo chévere. Me dijo, fueron ustedes -los cubanos- los que inventaron la televisión. También me comentó que está muy agradecido con la acogida que le dio la comunidad cubana en La Florida.
Pero lo que más me sorprendió fue que tenía un proyecto para llevar la gente de Miami a reencontrarse con sus casas, sus espacios, sus familias. Era muy difícil, pero tenía ese sueño. Estaba la apertura con lo de Obama y existía una mínima esperanza, pero al final no se dio”.
-Cambiemos de tema. Tienes un gran vínculo personal con Ian Padrón. ¿Tú crees que su padre murió un poco desilusionado con el régimen de La Habana?
“Probablemente, sí. Desde el Período Especial la decepción era generalizada. Fue una etapa de incapacidad. Terminaron de mamar la teta de la Unión Soviética y acabaron con el país”.
-El 11 de Julio de 2021 el pueblo de Cuba salió a las calles. Fue un momento sin precedentes. ¿Cómo valoras ese despertar del cubano?
“Mi forma de pensar cambió el 11 de Julio, vamos a partir por eso. El pueblo entendió que debe manifestarse y expresar su contento o su descontento porque había mucho silencio por más de 60 años. Aquello no da más. Si tú tienes cinco años en la universidad para hacer la carrera, en el tercer año tú estás suspenso, recoge y vete. El estado cubano lleva 64 años suspendiendo el examen. Por vergüenza, yo me largara.
La última vez que estuve allá fui a Centro Habana y me bajé en el Capitolio. Cuando me metí calle adentro, vi los hoyos en las arterias, el estado de las casas y sentí lástima. A esta gente no le da pena eso. Si yo fuera dirigente, dejo las llaves colgadas en la puerta y me voy. Busquen a alguien que pueda. El cubano se ve sin esperanza, deteriorado físicamente. Tú puedes tener un momento malo económicamente, pero hay un norte y se sale adelante. Aquí en Chile existe una crisis económica, pero trabajando, las cosas caminan. En Cuba la gente trabaja y las cosas no funcionan. ¿Cómo tú le dices a la gente que trabaje? ¿Para qué?, si no hay productividad”.
-¿Qué te pareció lo sucedido en el estadio de los Marlins, en el juego de Estados Unidos y Cuba del Clásico Mundial?
“El otro día hablaba con un amigo y me decía que le dolía el odio entre cubanos. Debemos entender que el exilio tiene demasiado dolor e impotencia. Mucha gente no puede entrar al país porque al Gobierno no le da la gana y eso da rabia. Sin embargo, quiero señalar que en Miami hay una tendencia hacia la derecha heredada a través del régimen. Esa ideología de que si no estás conmigo eres mi enemigo, es nefasta. Eso se está llevando al otro extremo. Si nuestros intereses son los mismos, tenemos puntos en común desde veredas distintas. Si no hay diálogo entre nosotros mismos, estamos parados en el mismo lugar y vamos a seguir parados. Debemos dialogar, hay ideas buenas de todos lados, respetando siempre la libertad del ser humano”.
-Quise dejar esta pregunta de último porque la veo como un resumen de tu carrera desde que llegaste a Chile. ¿Cuál ha sido tu mejor trabajo?
“El disco Cubanos, de José Luis Barba. Ahí participan Diana Fuentes, Carlos Varela, Suilén Milanés, Lyn Milanés, Pablo, Silvio, Pancho Céspedes, Santiago Feliú, Amaury Guitiérez. Ese álbum no tuvo un gran éxito porque le dimos la licencia a la EGREM y dijeron que tenía que salir sin Amaury y sin Pancho. Al final terminaron bajándole el perfil al disco”.
