Por Anette Espinosa
La Habana.- Alma está destrozada porque le estafaron 32 mil pesos, que para ella es mucho dinero. Mucho más si tiene problemas familiares y con esa plata planeó comprar MLC, con los cuales poder adquirir unos productos que necesitan los enfermos de su casa. Pero, de pronto, todo se trastocó.
Como hacen todos los cubanos cuando buscan divisas, acudió a uno de esos grupos de revolico y puso un anuncio, porque en el mercado negro se le saca más dinero: “Compro 400 MLC. Interesados a este número…”. Y esperó a que alguien la llamara. Unos días después, una prima que vive en Las Tunas le escribió. Hacía tiempo que no hablaba con ella y ni su número tenía, pero le escribió por whatsapp y allí estaba la foto de la prima, antes que los mensajes.
-Hola, alma, cómo están todos por allá.
-Mi prima, ¡qué bueno hablarte! Nosotros estamos bien, pero mima sigue malita y me está costando mucho conseguir las cosas que necesita. Tú sabes cómo están las cosas. ¿Y tú qué haces?
-Estoy en la calle, prima, que vive a la casa de un hombre a venderle unos MLC, porque necesito dinero en CUP para comprarme unas ropas…
-Pero prima, yo ando buscando dinero. ¿Cuántos tienes para vender y a cómo?
– Tengo 400 y los doy a 160, mucho más barato que a como están por la calle.
-Yo me voy a quedar con ellos. Son míos, solo que ahora solo tengo en la tarjeta 32 mil pesos. Los otros 32 mil voy al banco después, los saco, los pongo en la tarjeta y te los paso. Mándame tú tarjeta para ponértelos.
-Te mando una foto de la tarjeta. No hay problema con eso, mi prima. Pásame esos 32 mil, y luego me pasas los otros. Con esa cantidad resuelvo para comprar al menos una parte de lo que tenía planeado.
-Dale, nos hablamos… yo te paso ya los 400 MLC -le dijo la prima y Alma chequeó el nombre de la parienta, a la que hacía mucho que no veía, en una tarjeta de Bandec: Yanet Cardoso Infante, con fecha de vencimiento en mayo de 2027
Y Alma, ni corta ni perezosa le pasó a la supuesta prima los 32 mil pesos cubanos y se encaminó al Banco de Crédito y Comercio de Güines para sacar la otra cantidad, ponerla en la tarjeta y enviársela a la prima que vive en Las Tunas.
Caminó unas cuadras y cuando llegó al banco se encontró con las colas de siempre. En ese tiempo revisó varias veces el teléfono pero los MLC no le habían entrado. Pero ni se preocupó. No podía dudar de la prima. Un rato después volvió a chequear y nada. Y le escribió a Yanet, quien le respondió que se había demorado, porque estaba en la casa de la muchacha que vende la ropa, que la conexión no estaba buena, y no sé que más.
La supuesta Yanet ganaba tiempo para que Alma sacará el dinero del banco y pasara el monto restante. Entonces Alma, que ya estaba nerviosa, llamó a la ‘prima’ y le daba apagado. Recurrió entonces a una tía de ambas y le preguntó el teléfono de Yanet, y la prima al instante respondió y le dijo que nunca la había llamado, ni le había dado su tarjeta ni nada por el estilo.
-Pero Yanet, si tengo tu tarjeta con el número tal y tu nombre…
-Bueno, ese es mi nombre, pero no es el número de mi tarjeta. Te estafaron.
-Ve al Banco y averigua que puedes hacer.
“Y Yanet fue, pero le dijeron que había sido objeto de una estafa. Entonces yo entré al Banco y pedí que me ayudaran, pero me dijeron que lo único que podían hacer era darme el nombre de la persona que aparecía como dueña del número de la tarjeta que tenía el nombre de Yanet. Y me aclararon que no me sorprendiera si el estafador no era el dueño de la tarjeta”, cuenta Alma.
La muchacha que la atendió en el Banco de Güines le dijo que no se sorprendiera si el dueño de la tarjeta no era el que aparecía como receptor del envío, un tal Luis Enrique Pouto Domínguez, con carnet de identidad 71040708863. El dinero llegó a la Sucursal 8582 en el Reparto Rubén López, en Guantánamo.
El Banco, según Alma, no podía hacer nada más. Pero le sugirieron allí que fuera a la Policía y pusiera una denuncia. Y para allá fue ella. Llegó, hizo la presentación correspondiente y contó su historia, y enseñó los datos que llevaba encima, pero la respuesta la dejó helada.
-Mira esto, es la cuarta estafa de esta semana -le dijo la oficial de carpeta a otra, mientras Alma lloraba-. Déjame ir a la oficina, porque este es de apellido Pouto, el mismo que el de la mujer que vino anteriormente. Tal vez sea la misma persona.
Un rato después:
-No, no es la misma persona, pero tienen el mismo apellido. Debe ser una banda que hay ahí en Guantánamo -dijo la oficial con un tono conversacional y tan frío que Alma comenzó a hacerse la idea de que había perdido los 32 mil pesos
Luego le dijeron que ese era un caso del cual no se ocupaba la Policía sino instancias civiles, que viera a un abogado, pero Alma, que ya había estado en el Banco y había intentado buscar una solución, se quedó perpleja. Le asaltaron las dudas y pensó que mejor lo dejaba todo como estaba, porque si la Policía no iba a aceptar su acusación, qué podría hacer un abogado.
Incluso, se pregunta cómo es posible que eso esté pasando, que lluevan las denuncias por estafas continuadas y la quinta mejor policía del mundo no haga nada, no monte un operativo, no recoja datos, no llame a Guantánamo e intente dar con los estafadores.
En su cabeza no cabía aquello de que su caso pasara como algo más, cuando ella sabe que el salario que le pagan a los policías sale de su trabajo, del de todos esos que han sido estafados, y que estos se desentienden.
Ahora, con la cabeza fría, piensa que salió bien, que solo perdió 32 mil pesos, pero no quiere que otras personas pasen por lo mismo y por eso se puso en contacto con El Vigía de Cuba para alertar al resto de la sociedad.