V Clásico: una mirada desde Cuba

DEPORTIVASV Clásico: una mirada desde Cuba

Por Fernando Clavero
La Habana.- El V Clásico Mundial ya es historia. Un soberbio Japón, invicto durante todo el torneo, se llevó el trofeo mayor. El ponche de Shohei Ohtani a Mike Trout, para el out 27 del partido por el título, fue el colofón perfecto a la mejor de todas las ediciones de la lid hasta ahora.
A la final llegaron los dos mejores equipos, los países que cuentan con las ligas más poderosas. Una, con todas sus estrellas -Japón-, y la otra, con muchas de sus grandes luminarias, pero no con todas. Una escuadra estadounidense con lo mejor del país pudo hacerlo aún mejor. Pero no vamos a entrar en eso porque los nipones fueron dignos merecedores de la corona, la tercera en cinco ediciones.
El Clásico fue de menos a más en medio mundo. A los partidos mayormente descafeínados jugados en Japón y Taipei en la primera ronda, pasó a encontronazos en las fases siguientes, lo mismo en la capital japonesa que en Estados Unidos, aunque lo mejor de todo quedó para la tierra de la MLB.
Grandes fueron los partidos entre Venezuela y Estados Unidos en cuartos de final, el Japón México en semifinales, o el de los estadounidenses y los nipones por el título. Hasta el más exigente de los aficionados o analistas tendría que estar contento, porque se vio béisbol del bueno, adaptado a las condiciones actuales, pero sin perder su esencia.
Solo dejó que desear el choque de semifinales entre Cuba y Estados Unidos. Los cubanos no se presentaron, no ofrecieron pelea, ni resistencia, pero no podían hacerlo porque el talento del equipo distó mucho de el del rival, sobre todo en el apartado de los lanzadores, lo cual los colocó automáticamente en desventaja.
A mi me gustaría, sin embargo, analizar, un poco a lo interno, lo que dejó el V Clásico en Cuba, más allá de politizaciones aberrantes y burdas manipulaciones, en un momento en que la dictadura se agarra de lo que sea por tal de levantar una imagen cada vez más desgastada.
Las transmisiones televisivas fueron un desastre, con relatores aplastados por las situaciones e incapaces de hacer un análisis sobrio de lo que ocurría en el campo, con comentarios repetitivos y fuera de lugar. Empalagaron los encargados de comentar, en una situación que se repite de año en año, de torneo tras torneo, en un país de donde tienen que salir narradores a por montones.
La televisión prestó un servicio pésimo, lo mismo durante el juego que antes, con esos programas al estilo de Bola Viva o La esquina del Clásico, cual de los dos más alejado de la realidad, con casi ningún participante con opinión propia, en un intento soberano de burla a un aficionado que sabe de béisbol, porque tiene referencias de otros torneos, incluso que se las arregló en muchos casos para ver el partido por Fox Sports, el dueño de la señal.
Cuando la escuadra cubana jugó en Taipei o Japón, hubo niños de escuela que despertaron de madrugada para ver el juego, a pesar de que al otro día había clases. Así funciona el béisbol en Cuba, pero el servicio que ofrecen los medios es lastimoso. Y que conste, la televisión no es la peor. Mucho más mala fue la transmisión de Radio Rebelde, en las voces de Guillermo Hernández Hidalgo Gato y Dulier Reyes.
A mí me cuesta pensar que lo que ofreció Radio Rebelde fue lo mejor que tenía. Ni uno ni otro tiene el ritmo que necesita la radio, ni la voz, ni el encanto para contar o emocionarse, que de eso se trata. La narración era lineal, insoportablemente fría e insípida. Y esas cosas pasan porque en Cuba los puestos se heredan y no se los dan al mejor, al más capaz, al más preparado. No hay medidor para decidir. Te dicen que estos son los que tocan, porque llevan más años o son más confiables y te lo tienes que tragar.
Y eso que hay experiencias en el mundo del deporte muy dignas de copiar, como lo que hacen los argentinos para encontrar a los relatores de su fútbol, los cuales llegan a los medios luego de pruebas públicas de selección, donde tienen que demostrar que son buenos en lo que hacen.
En fin, el Clásico fue por un lado y Radio Rebelde lo contó por otro. Y no es que me lo cuenten, porque no me quedó más remedio que escuchar un partido por esa vía mientras regresaba de Las Tunas a la capital.
Por lo demás, a pesar de las dos derrotas iniciales, de la zozobra en que vivió siempre el equipo, menos en los días previos al partido ante el TEAM USA, el deporte de las bolas y los strikes demostró que sigue siendo pasión en Cuba y que cuando los competidores tienen un alto nivel, las personas lo siguen.
Ahora solo hace falta que pongan algún partido de Grandes Ligas en vivo. No me molestaría si transmitieran los del Chicago White Sox, por aquello de que allí militan Yoan Moncada y Luis Robert Jr. Eso sería un paso de avance para un país que solo camina para atrás, en todas las cosas de la vida, incluido el béisbol.

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