El dólar sube a 182 CUP en Cuba sin que haya mucho que comprar con él

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Samuel La O
La Habana.- El dólar estadounidense, la moneda de referencia en cualquier lugar del mundo, incluida Cuba, vuelve a subir en la isla. Hoy, según las páginas especializadas en la cotización del dinero, se está pagando a 182 pesos cubanos la unidad, un peso más que el día anterior.
Al parecer, la calma chicha que mantuvo estático en 180 pesos cubanos el precio del dólar, desapareció, y este comienza un ascenso que pudiera llevarlo a límites insospechados e inimaginables, hasta para el más ilustre de los economistas, que no son esos que dirigen lo que pasa en el país en ese apartado.
El dolar, hace unos meses, comenzó un ascenso vertiginoso y llegó hasta los 200 pesos cubanos, pero esos avatares de la vida, que en Cuba son más violentos e inesperados que en cualquier otro lugar -porque en Cuba no hay economía-, hicieron que bajara, que tuviera un picado impresionante, pero luego de esto, comenzó un ascenso paulatino e indetenible hasta los 180. Y ahí paró por un tiempo.
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Ahora arranca de nuevo, y en dos días sube dos unidades. Al parecer coge impulso camino de los 200 pesos cubanos por unidad, o más allá, porque aún ese precio no guarda correspondencia con el precio que tienen otros indicadores económicos en el país más pobre de América Latina.
Por años se decía que el CUC, que era el dólar de Cuba, marcaba el precio de la libra de carne de puerco. El CUC estuvo a 25 por unidad por años, muchos años. Algo así como que lo comprabas a 25 y lo vendías a 24. Y la carne de cerdo al mismo precio. Pero, ahora, después del ordenamiento -ordenado, valga la redundancia- por los Castro y Díaz Canel, la carne de cerdo se disparó por encima de los 300 pesos y el dólar, como buen sustituto del CUC, se quedó varado en el tiempo.
Cuando estaba abierta la ruta de los volcanes, muchas personas compraban dólares. Tenían que pagar el viaje a los coyotes, o llevarse un poco de pasta con la cual llegar a Estados Unidos y comenzar una nueva vida, pero de pronto el gobierno de Joe Biden cambio la estrategia y el dólar dejó de ser importante y bajó. También lo hizo su homólogo virtual, el MLC, el verdadero heredero del dólar, y mantuvieron paridad y estabilidad.
Yo no soy analista de temas económicos, ni quiero serlo, porque sería agregar una preocupación más de las que ya tengo. Pero me doy cuenta de que la gente no compra dólares, porque no tiene qué comprar con ellos. Ya los cubanos que iban a comprar casas, las adquirieron, y en cada pueblo hay cientos a la venta con cada vez precios más baratos y nadie las mira. Tampoco en autos, porque no hay piezas ni garantías de que puedan funcionar más. Y los mercados son solo en MLC.
Así que todo conspira contra el dólar, y pese a eso, ha reiniciado su ascenso, aunque lentamente. Ese puede ser el principio de un nuevo acelerón que lo coloque en cotas nunca antes vistas en el país, sobre todo si busca emparejar con una carne de cerdo que cada vez está más escasa. Incluso con el arroz, cuyo precio pudiera alcanzar pronto los 300 pesos la libra, luego de un mes anterior en el que estuvo en algunos lugares hasta 280 la libra.
Todo eso, en un país donde un jubilado recibe, si acaso, 2500 pesos, y un profesional no sobrepasa los cinco mil. Solo algunos médicos llegan a siete mil, y los militares y policías pasan de 10 mil, pero ni con eso se vive en Cuba, donde a la habitual escasez de los últimos 30 años se han sumado otras carestías, como la de los medicamentos para cualquier cosa, que casi siempre hay que comprarlos en el mercado negro, porque las farmacias permanecen vacías todo el tiempo.
En los hospitales tampoco hay con qué tratar a los pacientes. No hay anestesia, ni sutura, ni antibióticos, a veces ni el instrumental necesario para realizar intervenciones quirúrgicas, razones por las cuales los cirujanos intentan posponerlas cada vez, casi siempre para una fecha hipotética que puede no llegar nunca.
En esa situación, a los cubanos no nos interesa mucho a cómo está el dólar, porque hay muchas cosas más importantes de las cuales preocuparse en un país en el que sobrevivir constituye casi una odisea.

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