El gobierno cubano condiciona al destierro la libertad de presos del 11J

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Por Anette Espinosa

La Habana.- Sayli Navarro quiere permanecer en Cuba. No quiere condicionar su libertad con el destierro. Si ha estado presa desde los sucesos del 11 de julio de 2021, quiere seguir tras las rejas, a irse a otro país para satisfacer las propuestas que le hace el régimen de libertad a cambio de marcharse de la tierra que la vio nacer y que ama.

El gobierno cubano, ladino como ninguno, apresó y condenó a más de mil jóvenes cuando los sucesos del 11 de julio. Luego se encargó de llamar, uno por uno, a la mayoría de los involucrados en las protestas, para advertirles que en cualquier momento podían ser condenados. En muchos casos les dijeron que lo mejor que podían hacer era irse. Y eso aceleró la estampida por la llamada ruta de los volcanes.

Una vez que buena parte de los manifestantes tomó el camino del exilio, y ante la cada vez más fuerte presión internacional para que liberen a los encarcelados, condicionan a estos con una salida al exterior. O algo así como “si el gobierno de tal país quiere que te liberen, que de dé asilo”.

Hace un año y tres meses, un amigo mío fue citado al a policía de Mayabeque por sus abiertas posiciones contra el régimen. Luego de debatir con oficiales de la Policía, la Seguridad del Estado y Migración, le cuestionó las razones por las cuales no indultaban a los hermanos Jorge y Nadir Perdomo, y uno de ellos les dijo que porque no había países a donde enviarlos.

Desde entonces, enero de 2022, ya la tiranía manejaba esa condición para liberar a los presos del 11 de julio. Y ahora intentan hacer lo mismo con Sayli Navarro. La dictadura no quiere oposición, y a todo aquel que pueda criticarlos o tenga solo una opinión diferente, hacen todo lo posible por extirparlos como a un tumor en un cuerpo cualquiera.

La estrategia es similar a la de Daniel Ortega en Nicaragua, que hasta el derecho a la ciudadanía le quitó a muchos de los opositores, entre los que se encuentran la poetisa Gioconda Belli y el escritor Sergio Ramírez, que fue, incluso, vicepresidente de Ortega en unos de sus mandatos.

Sayli Navarro, y su padre, Félix, prisionero también, ya dijeron que no se irán a ningún lugar, aunque eso los condicione a cumplir toda la condena. Y así tiene que ser. Su posición tiene que servir de ejemplo a muchos, porque cada vez que el gobierno hace una propuesta así y recibe un rechazo, es un arma más que le cortan.

Cuba tiene que ser para los cubanos, no para los Castro y sus secuaces. Cuba tiene que ser para el pueblo, para la gente honrada, trabajadora y emprendedora y no para esa sarta de asesinos y corruptos que viven del sudor de los poco que trabajan, y que llevan una vida plena de lujos, en tanto una parte cada vez más grande de la población muere de hambre y necesidades.

Sayli Navarro está en la prisión de mujeres de Matanzas. Está allí injustamente, por los caprichos de un gobierno cínico y criminal, al que no le tiembla la mano a la hora de encarcelar a cualquiera que piense diferente, una práctica que siguieron casi desde el mismo ascenso al poder en enero de 1959. Y esos presos de hoy tienen suerte, porque en otro momento los hubieran fusilado tras juicios sumarísimos.

Cuba necesita cambios. Muchos cambios. Pero el primero tiene que ser la expulsión del gobierno de los sátrapas que tienen secuestrada a la isla, que le cortan las manos a todo el que intenta levantar cabeza y vivir honradamente de su trabajo. No puede ser que un pueblo viva de limosnas, y en sometimiento total, mientras los gobernantes les digan que para estar libres tienen que irse del país.

No te vayas, Sayli. Sigue en Cuba, y ojalá tu ejemplo florezca y dé otros frutos, que Cuba necesita de personas como tú.

 

 

 

 

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