Por Fernando Clavero
La Habana.- Lo del llamado Team Asere me da igual, lo mismo que las posiciones encontradas con las que chocarán los jugadores cuando salgan al estadio de Miami, donde algunos los chiflarán y otros los aplaudirán, tal vez con más espontaneidad de lo que muchos imaginamos.
Los integrantes de la selección cubana son profesionales, habituados a momentos tensos, y sabrán estar a la altura en cada momento, mientras no le dé a alguno por intentar golpear a algún intrépido que salte al terreno, como ya ha pasado más de una vez. Solo hay que recordar los golpes de Ariel Pestano, Juan Padilla y compañía a aquel que saltó con un letrero cuando el juego ante los Orioles, si la memoria no me falla.
Los que ven a la escuadra cubana como una prolongación del gobierno que aplasta a sus compatriotas en la isla, abuchearán a los jugadores. Tendrán en la memoria las visitas constantes al Latinoamericano de a cuanto dirigente comunista se le ocurrió, desde el espía Gerardo Hernández, ahora al frente de los tristemente célebres CDR, hasta el aborrecible Ulises Guilarte, ‘líder’ de la Central de Trabajadores.
Y por si fuera poco, las visitas al estadio del impuesto presidente, Miguel Díaz Canel, sus charlas llenas de frases tontas, o sus sonrisas con Orestes Kindelán, Pedro Luis Lazo o Alfredo Despaigne. Incluso el acto de abanderamiento, algo tan trillado y burdo que ni los propios peloteros lo soportan, pero que se repite una y otra vez.
Si en Miami abuchean al equipo, será por eso. Pero en la misma Pequeña Habana saben que el equipo de béisbol es el único motivo de alegría que tiene la gente humilde de la isla, los niños que madrugaron durante una semana para ver los partidos, a pesar de que tenían que ir a la escuela horas después.
Eso sí, cuando lees la prensa cubana y te encuentras con titulares como el de Granma (La derrota de los renegados miamenses ante el Team Asere), te dan deseos de ir al baño. Tal vez no a una deposición, pero a vomitar al menos, por esas líneas estrujadas de un periodista de alma revuelta como Alfonso Nacianceno, un escribidor de poca monta que, de vez en cuando, intenta convertirse en articulista.
El ‘comentarista’ de Granma critica la posición de los medios de Miami, solo porque uno de ellos dice que la escuadra cubana «chocará con reacciones encontradas», una frase que considera un eufemismo, «para dejar una ventana abierta, e intentar evadir el fracaso de los intentos por tratar de que la selección de la alegre familia cubana no brille —como lo ha hecho hasta ahora— en el gran evento, que tendrá por escenario el país donde este deporte, bajo las reglas de la MLB, posee mayor calidad en el mundo».
Y eso de ‘alegre familia cubana’ casi seguro es una referencia a los señores feudales que controlan el país, porque alegría en Cuba no tiene nadie desde hace mucho tiempo, menos en los últimos años. A la familia que no se le murió alguien por el covid (sin medicamentos ni atención), le metieron preso a un hijo por las protestas del 11 de julio de 2021, o se le fue otro por la famosa vía de los volcanes, una buena opción, pero inesperada para algunos que envejecen y saben que no tendrá a nadie cerca para cuidarlos, porque el gobierno de turno no lo hará.
https://www.granma.cu/clasico-mundial-beisbol/2023-03-16/la-derrota-de-los-renegados-miamenses-ante-el-team-asere
Pero el tal Nacianceno no se detiene ahí, y considera como «Aguerrida, valiente y victoriosa la unión forjada entre peloteros que viven en Cuba y Estados Unidos, estos últimos, por ejemplo, a la manera del jardinero Luis Robert Jr. y del tercera base Yoán Moncada», sobre todo porque el jardinero y el antesalista pasaron sobre una serie de cosas y aceptaron el llamado a vestir los colores del equipo cubano.
Todo eso después de que su salida al extranjero, en busca de un futuro prometedor, que en Cuba jamás podrían soñar, motivara sanciones a otros, a los cuales el castrismo consideró culpables y les pidió cuentas. Incluso, tras impedir a los que abandonaron delegaciones en el exterior entrar en las convocatorias.
No hay gobierno más segregacionista en el mundo que el cubano, ni más doble moral, ni más cobarde y ladino, y los periodistas como el Nacianceno de turno, o el Oscar Sánchez del momento, son tan oportunistas como los Díaz Canel, y ya quisiera haber visto yo lo que hubieran dicho si el equipo Cuba no hubiera clasificado a cuartos de final o a semifinales.
Como Robert estuvo mal en los dos primeros jugos, lo mismo que Moncada, y como Andy Ibáñez no jugó y Yoennis Céspedes daba lástima, todas las culpas hubieran recaído sobre ellos. De eso no tengo dudas, porque estos escribidores de poca monta siguen al pie de la letra las instrucciones que llegan del departamento Ideológico del Partido Comunista.
A mí, insisto, me importa un pito que en Miami le griten al equipo cubano, que la gente ponga letreros en contra de Díaz Canel, que lo harán y merecido que lo tienen. O que se convierta el castrismo en uno de los objetivos, para ver cómo la televisión se las arregla para evitar que la gente de a pie en Cuba los vea.
Si el Cuba gana, me alegraré por los que apoyan al equipo, por los que ven en los peloteros la esencia de la cubanía y la posibilidad de andar unidos a pesar de las tormentas de ambas orillas. Y si pierde, me alegraré también, porque el castrismo no podrá hacer suya una victoria por la que no han hecho nada, cuando no sea el ridículo.
De todas formas, todo lo que tiene que ver con Cuba es político y yo detesto a todos los que viven de la política, sobre todo a los de Cuba.