Por Anette Espinosa
La Habana.- El diario Granma se supera cada día. Puede ser repetitivo y cansino recordarlo, pero es la plena verdad. Ahora nos regala un artículo en el que advierte que «El capitalismo nunca será la solución a nuestros problemas», y recalca que «El egoísmo y el ansia desmedida de ganancia reducen el modelo al absurdo», en referencia al sistema social que ha convertido a todos los países en más ricos que Cuba.
Con la firma de Jorge Casals Llanos, doctor en Ciencias Económicas y con estudios de Relaciones Económicas Internacionales en la desaparecida Unión Soviética, Granma pretende que creamos que un paso hacia el capitalismo podría ser lo peor que le pueda pasar a Cuba, cuando lo peor que le ha pasado a la isla ha sido la destrucción provocada por el castrismo y el comunismo.
El flamante doctor intenta sentar cátedra sobre lo que supuestamente podría vivir nuestro país cuando «la liberalización de la economía» ponga a Cuba a nivel del mundo desarrollado. Entonces habría que responderle que Cuba se codeó con ese mundo, aunque había pobreza y desigualdades en muchos lugares, pero ahora comparte posiciones con las naciones más pobres del mundo. Y tal vez la que menos esperanzas le ofrezca a su población.
Ese cuento se lo hacen Granma y el doctor Casals Llanos a los cubanos que no ven más allá de sus narices, pero no lo va a creer el hombre o la mujer inteligente, que ven cómo muchos de los nuestros se van a ese mundo capitalista, al que tanto ellos le temen, y se abren camino, o al menos viven de su salario, con el hándicap de ser extranjeros, lo cual pesa en contra, siempre que no llegues a Cuba, donde al foráneo le abren las puertas que le cierran a los nacionales.
Antes de escribir cosas como estas, el doctor Casals, de quien Iroel Sánchez es acérrimo seguidor, debería darse una vuelta por Vertientes, El Salvador, Guisa, Ranchuelo o Los Palacios, para ver cómo viven las personas allí. Tal vez, entonces, piense que por muy duro que sea el capitalismo, siempre habrá una opción, la misma que no tienen los que viven en esos lugares.
O puede irse a su Santiago de Cuba natal, a donde hace mucho que no vuelve, a comprobar si se vive mejor allí que en un suburbio de Ecuador, de La Paz o del DF. En esos lugares puede que haya violencia, que sea difícil encontrar un trabajo, pero si tienes uno, aunque sea de taxista, te da para vivir, para llevar un poco de comida a casa. En Santiago solo hay miseria, y mucho hambre, Casals.
En uno de sus acápites, Granma dice que el capitalismo deja «Países y regiones convertidos en tributarios de los más «desarrollados»», y no dice que los cubanos hacemos lo mismo pero no para los más desarrollados, sino para garantizar que la mafiosa familia Castro viva como los monarcas que aún quedan en el mundo. O mejor, porque están fuera de la ley. A ellos no los condena nadie ni los investiga nadie.
Dice que primará el «Derroche y despilfarro, por lo menos, subconsumo en los más» y yo me preguntó: ¿Y ahora cómo es? Los Castro y sus testaferros y las decenas de familia que les cuidan el poder se dan una vida espléndida, cargada de lujos, aunque algunos salgan en uniforme verdeoliva a aparentar lo que no son. Mientras, el resto muere de hambre, de falta de medicamentos, de médicos, se muere a pie porque no tiene ni en qué moverse. Incluso, después de muertos, no hay ni carros fúnebres para llevarlos a una funeraria o a un cementerio.
Habla de «Contaminación y destrucción acelerada del medioambiente, desaparición de miles de especies como resultado de la destrucción de su hábitat y desastre ecológico en ciernes, solo comparable al que hiciera desaparecer a los dinosaurios del planeta, quizá como preludio de nuestra extinción como especie».
Y cuando lees eso solo puedes pensar que Casals Llanos está loco y que Granma cree que somos anormales. Camilo Cienfuegos, en los primeros meses de 1959, cuando terminaba sus funciones como jefe del Estado Mayor del Ejército, iba a bañarse al río Almendares. Señal de que no estaba contaminado. ¿Y cómo está ahora? Pero no hablemos del Almendares, sino pensemos en el Bélico, en Santa Clara; en el Yayabo, en Sancti Spíritus; o en el Luyano, también acá en la capital.
Cuba está entre los 20 países más contaminados del mundo, señor Casals. Ahora mismo, detrás del hospital Hermanos Ameijeiras -lo sé porque pasé por allí hace un par de horas- hay un enorme microvertedero, donde pululan ratas e insectos que pueden provocar una crisis de salud. Entonces, ¿cómo se atreve usted a decir que llegarán tiempos de contaminación?
Para desmenuzar uno por uno todos los postulados de Granma y de su articulista de turno, necesitaría mucho tiempo y mucho espacio. Y por más que cada una de sus tesis sea muy fácil de rebatir, admito que no tengo estómago para tanto, porque creo que es todo una burla de un diario desprestigiado a un pueblo que ha perdido las alas y ya no solo no quiere volar o luchar, sino que tampoco quiere soñar.
Mi consejo de hoy es que no lea Granma. No lo haga hoy ni nunca, porque lo querrán timar. Granma, como hijo dilecto del castrocomunismo, solo sabe mentir, engañar, confundir. Su único objetivo es sembrar el miedo en una sociedad que no conoce el capitalismo para que tema dar el paso, para que se lo piense a la hora de trazar un plan para acabar con el castrismo.
Pero un día Cuba será libre. Y ese día, hasta los miles que ahora se postran ante el régimen, lamentarán no haber dado el paso antes. Para algunos, sin embargo, será tarde, porque se habrán dejado la vida creyendo las mentiras del rotativo del Partido Comunista.