Por Anette Espinosa
La Habana.- Los comunistas son los reyes del relato. Y de eso los cubanos no tenemos la menor duda, porque lo hemos vivido por más de seis décadas, tiempo suficiente para conocer al dedillo el modus operandi de cada uno de los que hace loas de un sistema decadente y terrorífico.
De cualquier manera, siempre hay tiempo y oportunidades para ver cosas nuevas, como las palabras del nonagenario Raúl Castro en las actividades de homenaje a Hugo Chávez en Caracas, a donde se trasladó el dictador para rendirle honores al hombre que garantizó la supervivencia de su régimen por muchos años.
Castro viajó en compañía de otro veterano de 90 años, Ramiro Valdés, y tuvo que enfrentar alguna que otra queja de José Ramón Machado Ventura y Guillermo García, quienes se preguntaron por qué Valdés iba y ellos no, cuando tenían una edad similar.
También estuvo el primer ministro, Manuel Marrero, y el canciller Bruno Rodríguez Parrilla, quien, a juzgar por las fotos, no las pasó del todo bien en tierras venezolanas, a pesar de que todos estuvieron muy bien custodiados por el nieto escolta, en todo momento.
Bueno, pues volviendo a lo del relato, Raúl Castro dijo que “Chávez tenía el mismo ímpetu de la revolución cubana”, y lo consideró el mejor amigo de Cuba, en referencia a su amistad con él y con su hermano Fidel Castro.
Chávez le abrió las piernas a Cuba y le ofreció lo que nadie en el mundo. De hecho, el petróleo que Cuba le compraba a Venezuela, el precio se lo pusieron los Castro, y la cifra apenas llegó a 19 dólares por barril, una cifra irrisoria comparada con los precios internacionales.
También dijo Castro que “hemos sido marcados por Chávez”, aunque no explicó bien en qué, porque la Venezuela próspera de siempre no tuvo nunca nada que ver con la Cuba decadente que conoció el mandatario venezolano, o al menos la que los Castro se encargaron de enseñarle.
Cuando, a principios de los años 90, Chávez intentó derrotar por las armas al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, Fidel Castro se apresuró a recibirlo en La Habana y le dio rango de jefe de Estado durante aquella visita a Cuba. Eso impresionó tanto al ya fallecido gobernante venezolano que, desde entonces, estableció sólidos nexos con la cúpula castrocomunista.
Chávez, que tomaba las decisiones como el que juega con una moneda y escoge cara o cruz, se dejaba influenciar por los Castro y los obedecía en decisiones trascendentales, una de las causas de que el país suramericano esté hoy en una situación extremadamente difícil, económicamente hablando.
Venezuela no es Cuba, que se cae a pedazos y la gente muere de hambre, pero en Caracas y otras ciudades del país hay una pobreza extrema y una violencia desmedida, una de las razones por las que cientos de miles de sus mejores hijos toman el camino del exilio y buscan otras oportunidades en cualquier país de Suramérica, España o Estados Unidos.
Chávez dejó un legado de pobreza e improvisación, y dejó en el poder a Nicolás Maduro, uno de los mandatarios del mundo, junto al cubano Díaz Canel, que más memes generan. Uno y otro hacen la comidilla diaria en las redes y aunque el hombre al que Chávez se le apareció como un pajarito tiene mucho poder, el de Cuba, el hombre de la limonada como base de todo, apenas es el más fiel peón de los Castro.
Al homenaje a Hugo Chávez, fallecido de cáncer el 5 de marzo de 2013, asistieron personalidades vinculadas al comunismo y hasta algún mandatario electo democráticamente, como el boliviano Luis Arce, representante de un partido, el Movimiento al Socialismo, en el que tanto Chávez como los Castro ejercieron influencias.
Todos hicieron loas de Chávez, como es lógico, porque de los amigos no se habla mal, y menos de los muertos, pero el discurso cansino de Raúl Castro y su frase de que Chávez tenía el mismo ímpetu de la revolución cubana, es una muestra más de que, al final, los que gobiernan en Cuba quieren que la gente asuma como verdad la mentira más grande del hemisferio: la llamada revolución cubana.