Por Jorge Sotero
La Habana.- Yasmani llevó a su hija a matricular a la EIDE de Santa Clara. Una vez en el lugar, le preguntó a una trabajadora que barría un pasillo dónde estaba la Secretaría docente, pero aquella le respondió con otra pregunta:
-¿Por qué estás con tu niña acá?
-Vengo a matricular a mi hija -dijo Yasmani, quien miró con curiosidad a la trabajadora.
-Mijo, no matricules a esa niña linda acá. En un mes o dos los profesores habrán abusado de ella y no te enterarás, aunque te des cuenta de que ha cambiado un mundo. Acá abusan de todas las niñas, y tu hija está muy linda para dejarla en las manos de estos leones -dijo la mujer, que dio la espalda y continuó su camino, como si no hubiera dicho nada.
Yasmani puso las manos sobre el hombre de su única hija. Ambos se voltearon y volvieron a Manicaragua. Por el camino, el padre se preguntaba si había hecho bien o mal en volverse con la ya casi adolescente, que amenazaba con convertirse en una corredora muy veloz, porque a su edad le ganaba hasta a los varones tres años mayores. Y mientras su nena se recostaba a él, en el viejo transporte que los llevaba a casa, el padre orgulloso la miraba y admiraba su tez preciosa, su porte encantador y aunque sintió miedo de que su futuro se frustrara, prefirió que siguiera en casa, bajo el control familiar.
Mientras, Ronaldo Veitía, el hombre que llevó al judo cubano para mujeres a ubicarse entre los mejores del mundo, el que hizo campeonas a Driulis González, Legna Verdecia, Estela Rodríguez y muchas otras, convalecía en un hospital europeo en medio de reclamos de ayuda para traerlo a Cuba.
Un poco antes, las otrora judocas Leyen Zulueta y Danieska Carrión García, aparecieron en redes sociales para contar sus verdades, vídeos mediante, sobre las atrocidades que cometió el hombre al que el gobierno cubano le otorgó alguna vez el título honorífico de Héroe del Trabajo, y que poco después murió casi en la miseria en su casa de El Cotorro, al oeste de la capital cubana.
Los testimonios de Carrión y Zulueta, aunque contados con la tranquilidad que dan los años pasados, no dejan títere con cabeza sobre los abusos y los atropellos que se cometieron contra ellas, y en los cuales no estuvo solo Veitía, sino todo su séquito, incluyendo a los médicos, y a otro entrenador, llamado Javier Rodríguez, conocido por ser el esposo de la campeona olímpica Legna Verdecia.
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Carrión rememoró cómo Veitía la golpeó fuertemente en un momento anterior a un combate por una presea de oro. «Estoy contando solamente el maltrato de Ronaldo Veitía y de Javier Rodríguez», dijo Carrión, quien nació en Santiago de Cuba, que ganó dos medallas de bronce en los campeonatos mundiales de 2001 y 2003, y que ahora vive en Puerto Rico.
A Carrión la obligaron a bajar de 58 a 48 kilogramos, pero no pudo, a pesar de correr toda la madrugada. «Solo llegué a 48.3… y entonces llegó Veitía, que era maltratante y chantajista emocional. Me encerraron en un elevador, él y Javier Rodríguez y me dijeron que me iban a destruir».
Carrión recuerda que estuvo, en alguna ocasión, durante una gira internacional, hasta una semana sin comer, o sin que le permitieran comer, porque los entrenadores querían, a la fuerza, que hiciera el peso, La culpa era de ellos, que tenían una pesa que no servía, dijo Danieska, quien advirtió que esa fue la causa por la cual abandonó el equipo, para ser libre del maltrato a que fue sometida durante siete años.
Hizo referencia también al conflicto de interés, y la obligación de ser 48 kilogramos, porque Javier Rodríguez era el esposo de Legna, y él no iba a permitir que esta última fuera a perder su condición de primera figura del país en los 52 kilogramos, el peso que Carrión podía hacer sin mayores problemas.
«Nosotros fuimos abusadas físicamente y psíquicamente. Yo defendí a muchas de mis compañeras de equipo de un grupo de hombres, porque no teníamos a nuestros padres que nos defendieran. La mayoría éramos del interior, del campo… Era todo por conveniencia. Hasta el día de hoy mi familia no sabe lo que a mí me ocurrió. Me quise hacer la fuerte… y hasta hoy no lo conté», dijo Leyen Zulueta en un vídeo en su página de Facebook.
Zulueta, espirituana de nacimiento, y ganadora de medallas de bronce y plata en los mundiales de 2001 y 2003, también contó sus experiencias, en la misma línea de Carrión, pero sus historias, que están disponibles en Facebook y cuyos links agregaré en este texto, son nimiedades comparadas con otras que permanecen ocultas entre las paredes del Centro de Alto Rendimiento de Cuba.
Muchas deportistas, entre ellas voleibolistas, judocas, gimnastas, esgrimistas, fueron acosadas por profesores y entrenadores, los cuales condicionaban sus viajes al exterior, o las notas de los exámenes, por favores sexuales tomados muchas veces a la fuerza, so pena de volver a los lugares de donde salieron.
Todo eso sin incluir las violaciones que ocurrían semana tras semana en aquel lugar. Incluso, violaciones en grupo como las cometidas en más de una ocasión por el equipo de boxeo, que dejaron secuelas en muchas de las muchachitas que allí estaban, casi todas del interior, lo mismo de Guantánamo que de Santiago, Camagüey o Villa Clara.
Luego de esos sucesos, eran amenazadas para que no dijeran nada, porque había campeones y medallistas olímpicos involucrados, y los psicólogos, en vez de aliviar el dolor de las afectadas, solo insistían para que las violadas no contaran aquellos sucesos espeluznantes.
Así fue por muchos años. Y por muchos años todas se lo han guardado, contó A El Vigía de Cuba una deportista que prefirió mantener el anonimato, y que vivió muy de cerca todo lo que allí sucedió. Ella sabe todos los nombres, decenas de historias, los violadores en grupo, los profesores que chantajeaban, las jóvenes lastimadas y violadas, y solo espera que, como en el caso de Fernando Bécquer, salgan una tras otra y cuenten sus historias.
«No quiero decir nombres, no quiero mencionar a nadie, porque todo eso forma parte de la vida privada de muchas personas, y no tengo derecho a pasar sobre eso, pero sería bueno que lo hicieran, que siguieran los ejemplos de Carrión y Zulueta», finalizó.