Por Anette Espinosa
La Habana.- Elián González es la muestra más palpable del lavado de cerebro al que somete el castrismo a los niños, de cómo les trabaja la mente desde muy pequeños y de cómo, cuando le interesa, convierte un fondo de botella en un rubí, sin el pudor de pasar por encima de lo que tengan que pasar.
El joven Elián, que hace rato dejó de ser niño y que creció en su Cárdenas natal, con visitas frecuentes de Fidel Castro durante sus fiestas de cumpleaños, sin sufrir las necesidades que padecieron y padecen todos los cubanos, ahora es candidato a diputado a la Asamblea Nacional, que es lo mismo que decir diputado ya, porque si más del 50 por ciento de los cardenenses votaran en contra, se las arreglarían de alguna forma para seguir adelante.
González Brotons, que debería guardarle rencor eterno al castrismo, porque fue la causa por la cual su madre tuvo que abandonar la isla, en una acción donde perdió su vida, y casi la de él también, ahora solo tienen palabras de alabanza para el régimen opresor.
El muchachito que nunca tuvo problemas, no solo porque su padre trabajara en el parque Josone, sino porque desde el gobierno se encargaron de mantener a la familia contenta, estudió donde tenía que estudiar: camilitos, escuela militar, hasta graduarse de ingeniero industrial con el cerebro muy bien lavado.
Sin embargo, cuando recibió su título no se fue a trabajar en una industria, sino en una empresa de abastecimiento técnico de GAESA, en Varadero, en un puesto que nada tiene que ver con lo que estudió, pero esas cosas son normales en la Cuba castrista, y sucede muy a menudo con los hijos de los dirigentes o los elegidos, y Elián es uno de ellos.
Granma, a través del periodista Ventura de Jesús, entrevistó a Elián, quien dijo sentirse muy honrado por su condición de candidato a diputado, y yo me pregunto cómo puede ser diputado una persona que apenas sabe expresarse, que no logra conectar más de dos frases seguidas.
Claro, enseguida me doy cuenta de que eso no es un obstáculo, porque el hasta ahora presidente de la Asamblea Nacional, el también matancero Esteban Lazo, tampoco sabe hablar con fluidez, lo mismo que el incoherente presidente impuesto del país, Miguel Díaz Canel, y ambos son candidatos a diputados.
En una parte de la entrevista, en respuesta a una delas preguntas más trilladas de la historia, el otrora niño balsero respondió: «Lo primero que sentí al conocer la noticia fue mucho orgullo, porque es un gran reconocimiento en lo personal y un mérito que dignifica a cualquier cubano».
Luego agrega la misma muela de siempre, que es una responsabilidad con los jóvenes y el pueblo de Cárdenas, con el cual -dice- hay un afecto mutuo, cuando él sabe que, más allá de su círculo familiar, ni él ni su padre son bien visto en la llamada Ciudad Bandera.
Como todos los candidatos, incluyendo los otros cuatro de Cárdenas, Elián «realizó un amplio recorrido por localidades del territorio… ‘para intercambiar con directivos, trabajadores y la población en general, con el propósito de escucharlos y de ver cómo, entre todos, podemos lograr mejores resultados en lo que hacemos'», dice Granma que dijo.
Luego, al preguntarle por lo que le gustaría cambiar para ser mejor a Cuba y a la revolución, dijo que «lo más importante es tener presente a Fidel» y una cantidad enorme de sandeces. Y luego habla de su padre y de su hija Eliz, cuyo nombre guarda relación con el de su fallecida madre, Elizabeth Brotons.
Y al final, como no podía ser de otra manera, llama a enfrentar el bloqueo con inteligencia, con palabras copiadas de Díaz Canel, pero no dice nada de lo que pudiera hacer por sacar al pueblo de la miseria más absoluta, porque aunque él no lo sepa, Cuba se cae a pedazos y la inmensa mayoría de los cubanos vive en la más absoluta miseria, con escasez de lo más elemental para vivir, desde alimentos hasta medicinas.
Pero eso no lo sabe el jovencito cardenense, al que el gobierno cubano cuidó como una mascota, porque fue una bandera enarbolada por Fidel Castro contra el exilio cubano en Miami, hace ya casi un cuarto de siglo.
Al leerlo, se me sale un ‘¡Elián, cará…!’, con lo útil que pudiste ser a tu país y mira para lo que has quedado.