Oscar Durán
A Juventud Rebelde no le da pena decir que para hoy la Feria Internacional del Libro tiene un variado programa en torno a la recreación sana. Si este medio de prensa se respetara, empezaría por hacer un reportaje sobre los exagerados precios de los libros.
Para ir al complejo Morro-Cabaña por estos días, lleve dos jabas de dinero y varias Duralginas por si le duele la cabeza. Imagínense que unos de los tomos de Harry Potter se venden en 9.600 pesos. Un salario en Cuba ronda los 2.400, ¿cómo un padre de a pie le puede comprar a su hijo un ejemplar de estos?
De verdad no entiendo por qué la prensa cubana queda de brazos cruzados. Ahora dice Cubadebate que a la Feria se le dedica la lectura inclusiva. Menos mal que el periodista de guardia se quedó dormido y los lectores pudieron dar sus opiniones.
“El sábado pasado tuve la posibilidad de ir y realmente me sentí muy decepcionada con la oferta y los precios. Soy una lectora compulsiva y me dolió mucho no poder pagar 5.000 pesos por libros clásicos como Mujercitas, Orgullo y Prejuicio, Cumbres Borrascosas, expresó Mailys”.
Todo esto es un reflejo de cómo va la isla. Años atrás daba gusto ir a la Feria en familia para pasar un grato momento y despejar la mente. Ahora solo se va a sufrir. Si una libreta de apuntes cuesta 1.050 pesos y Cien Años de Soledad anda por los 2.400, eso no es una Feria, es una subasta de libros.
Y no para ahí la cosa, al narrador, poeta y repentista Alexis Díaz Pimienta le suspendieron la presentación de su libro Chamaquili y la pandemia. “Pidan explicaciones a la Casa Editora Abril, al poligráfico de Santa Clara y al Instituto Cubano del Libro. A ver si a ustedes le dan una explicación lógica”, escribió Pimienta en su página de facebook.
Por donde quiera que lo mires, es un desastre este evento cultural. La dictadura sigue quitando cosas. Hasta las ganas de leer
