Por Anette Espinosa
La Habana.- El gobierno cubano envió dos brigadas médicas a Siria y Turquía. Los médicos pertenecen al contingente Henry Reeve, el mismo que fue a Pakistán o Haití, y que lleva el nombre del galeno estadounidense que peleó en las guerras de Cuba, porque la idea inicial era la de ir a Nueva Orleans, cuando el huracán que destruyó aquella ciudad estadounidense.
Pues bien, ahora el gobierno de los Castro Canel manda a sus brigadas médicas a los lugares del terremoto. No está mal que lo haga. Aunque en Cuba no hay médicos en los cuerpos de guardia, que atienden estudiantes de la carrera, ni tampoco medicamentos, es loable ayudar a los que damnificados por los terremotos del lunes pasado.
Pero hay cosas y cosas. Cuba manda los médicos y les da una mísera dieta de 10 dólares al día. Una decena de dólares que, en cualquier parte de Europa o los alrededores del mar Negro, malamente alcanzará para un café y un pan con algo.
Los médicos no se quedarán sin comer. Alguien en aquellos lugares se encargará de que los médicos cubanos desayunen, almuercen y coman. Muchos países enviaron cargamentos de ayuda, que incluye medicamentos, instrumental médico, pero también alimentos y agua potable, para la población y los que ayudan a mitigar todos los males que dejaron los seísmos.
Eso sí, las brigadas médicas y de rescate con las que se encontrarán los cubanos allí, no tendrán que estar a expensas de lo que les dé el gobierno de los países respectivos, porque esas embajadas van con todos los recursos y con dinero para garantizar su suficiencia.
Cuba no tiene dinero para los médicos, pero los hijos de los jerarcas del Castrismo salen de Cuba con dólares suficientes para alojarse en los mejores hoteles, incluso en la propia Turquía, donde más de una vez se ha visto al delfín de Fidel Castro, Antonio el médico, dirigente deportivo por demás, quien ahora pasa, a pesar de ser ortopédico, porque lo de él es hacer turismo y no ayudar a los que lo necesitan.
De cualquier manera, la prensa cubana hará campaña con lo que hagan sus galenos en Turquí y Siria. Veremos los reportes en televisión, las notas en Granma, los twitts del presidente y la primera dama, haciendo loas del trabajo de los hombres y mujeres que están allí. Luego sacarán cuentas de las vidas salvadas, de las operaciones exitosas, pero no dirán que los que estuvieron allí pasaron trabajo, y tal vez frío y hasta hambre.
Eso solo lo sabrán aquellos a los cuales los trabajadores de la salud les contarán las anécdotas, o las familias, con la que hablarán todos los días, porque en Siria o Turquía, a pesar de los movimientos sísmicos hay internet de banda ancha.
Pero esas historias, las verdaderas, las que no llevan adornos, porque no los necesitan, se conocerán alguna vez. Alguien se encargará de narrarlo.
Por ahora, los galenos están en Turquía y Siria… y los gobiernos de esos países agradecerán al cubano, por el altruismo y no sé cuantas cosas más. Ellos, al volver, tendrán que seguir su vida de sacrificios en Cuba, sin medicamentos, sin insumos, ni instrumental. Sin almuerzos, ni transporte, y con un salario que no da ni para vivir una semana.
