Anette Espinosa
La Habana.- La supuesta tranquilidad de la que una vez gozaron los cubanos empeora cada día, pero los medios oficialistas callan, como si no estuviera ocurriendo nada. Los asaltos y robos, los asesinatos y los feminicidios, son cada vez más comunes, solo se conocen por el papel de las redes sociales o por los medios que no pertenecen al régimen, algunos prohibidos en la isla.
Muy de vez en vez, cuando algún caso es resuelto, luego de que la opinión pública se enteró por todas las vías posibles, algún medio aparece con una escueta nota. Es así desde tiempos inmemoriales y así seguirá siendo por los tiempos de los tiempos, porque en Cuba nada cambia, y menos en la prensa, donde el departamento ideológicos ejerce un control férreo sobre lo que se publica y lo que no.
La víspera ocurrió un incendio cerca del Morro. Las llamas se podían ver desde muy lejos, pero aún nadie -léase ningún medio afín al gobierno- informó sobre las causas o los supuestos daños. El cubano de a pie sabe que la mayor parte de los incendios de los últimos años han sido provocados. Pero el gobierno cree que con el silencio logra amainar las turbulentas aguas sobre las que se mueve, en espera de capturar a alguno para luego ponerlo a hablar en la TV y dar una lección.
Hace unas horas también, en la noche del miércoles, media docena de individuos asaltó un ómnibus de turismo en Crucero de Quesada, en el municipio avileño de Ciego de Ávila. Uno de las víctimas contó en Facebook que cuando llegó la patrulla los exhortó a acompañarlo para perseguir a los asaltantes, pero los policías se negaron. Como ocurre normalmente en Cuba, donde los agentes solo actúan con rapidez cuando se trata de letreros en contra de los personajes del régimen, del comunismo o de la revolución, que para ellos es lo mismo.
Si usted tiene alguna duda, haga la prueba. Llame a uno de esos números de la Policía y reporte un robo en su casa. Podría apostar que llegarían en unas horas -muchas- si es que van. Incluso, esgrimirán el argumento de que el lugar de los hechos -la escena del crimen- ha sido violentado y que así nada se puede hacer.
Pero usted mismo puede llamar y decir que en algún lugar pusieron un letrero donde se lee «Abajo el comunismo» o «Díaz Canel sin…» y verá aparecer a toda las gendarmería, con perros entrenados, equipos de última generación, y buscarán por horas hasta dar con el autor de los carteles o hasta convencerse de que no lo pueden encontrar, porque fue mucho más hábil que ellos y limpió bien sus huellas.
El castrismo sabe que las noticias de muertes, asesinatos, incendios, asaltos, robos a turistas y accidentes de tránsito en los que mueran visitantes foráneos, puede espantar al turismo internacional, y borraría la imagen de país tranquilo que aún se creen algunos.
Sin embargo, Cuba está lejos de ser ya un país tranquilo y seguro. Y si lo es, esa tranquilidad corresponde solo a aquellos lugares donde vive la familia Castro y sus secuaces principales, además de los alrededores de los hoteles y poco más.
Cuba no cambia. Y parece que no cambiará mientras el régimen tenga el control de todo. Así ha sido por seis décadas y media y seguirá siendo mientras los Carlos Aldana, Rolando Alfonso Borges, Rogelio Polanco y el que venga después, decidan sobre lo que publican sus medios.